Entre las definiciones más formales e informales de lo que es una historia, encuentro esta, la de la RAE como la más general y holística: “Narración y exposición de los acontecimientos pasados y dignos de memoria, sean públicos o privados”

Ciertamente, cuando pensamos en cine, evocamos un arte que cuenta historias a través de una cámara; ya sean buenas o malas, se nos ha impuesto la noción de que todo lo hecho y por hacer en el séptimo arte es estructurado de manera narrativa (por más que algunos directores pretendan complejizar la estructura de la historia del filme, véase a Nolan, Tarantino, Noé, Lynch, entre otros.

La razón por la cual “Zerkalo” en ruso; “the mirror” en inglés; o “el espejo” en español, generó gran impacto en mi ser, fue su abandono total, no solo de la estructura de una historia, sino de la pretensión de contar una . Tarkovsky, el director, no nos quiere contar nada, no nos busca conmover, ni enojar, ni asquear, ni entristecer; nada de eso, el director soviético nos arroja una serie de fantasías, de memorias, de recuerdos, de azares, de imágenes que guardan cierta unidad estética, pero que no nos dejan nada que hilar, ni pretenden hacerlo. En tal medida, Zerkalo se nos presenta más como la escenificación fílmica de un recuerdo difuso, como un sueño, como una fantasía nocturna no susceptible de ser desentrañada por nosotros, sino por su autor, quien en su humildad y asimismo, en su arrogancia, nos deja ver parte de su fuero más interno, solo su psiquis sabe lo que está allí, lo demás nos está vedado.

De la lectura de las anteriores líneas usted dirá ¿pero ¿qué tiene eso de bueno o de interesante? A lo que contesto: mucho, porque a pesar de la inexistencia de una historia, esta película logra ser muy entretenida y cautivadora tanto en su estructura, como en su montaje, en su ritmo, en sus tomas, en su fotografía, en sus diálogos y en esa esencia ensoñadora que nos deja con el pasar de cada minuto. Quien odie la posibilidad de un film sin historia ni sentido concreto, que ojalá sea consecuente y jamás cuente sus sueños confusos e indescifrables a sus amigos y cercanos.