Después de la espléndida trilogía "La ira de Kahn"-"En busca de Spock"-"Misión: Salvar la Tierra", William Shatner recogió el testigo de la dirección de su partenaire Leonard Nimoy y, lamentablemente, se pegó un batacazo con todas las de la ley. Demasiados interrogantes y sucesos forzados y poco creíbles se plantean en esta película, que hace borrón y cuenta nueva de las sabias enseñanzas de los filmes anteriores. Por ejemplo: ¿Qué hacen Scotty y Uhura liados? ¿Cómo es que a Spock le sale un pariente de buenas a primeras y nadie lo sabía anteriormente? ¿Cómo es que una tripulación tan capaz se vuelve de repente estúpida perdida por las monsergas de un charlatán?

En "La última frontera" la misión de ir hacia donde ningún otro haya llegado antes queda reducida a la mediocridad más absoluta. La frontera final siempre fue un mito trek y es imperdonable que se haya desaprovechado con un argumento tan simplón que no se sostiene por ningún lado: la búsqueda de la sabiduría infinita. Algunos decorados dan vergüenza verlos, sobre todo una especie de Stonehenge de cartón-piedra patético del clímax de la película que recuerda muy vagamente en el concepto a algunas escenas finales de "Star Trek, La película".

Sin embargo, tenemos diez minutos grandiosos que hacen que le ponga a esta totalmente prescindible entrega trek un tres y no un uno: el inicio de la película, con el campamento que montan Kirk, McCoy y Spock en el Yosemite Park durante unas vacaciones. El momento en el cual Spock trata de entender la lógica de cantar canciones alrededor de un fuego y se esfuerza por analizar sus letras es uno de los mejores momentos trek de la historia, y engarza perfectamente con el humor inteligente de "Misión: Salvar la Tierra". Lástima que, al empezar la misión de turno después de la cancelación de los permisos, toda la inspiración de los guionistas y de Shatner se agotase.

La peor entrega de Star Trek que rodaron los actores de la antigua tripulación.