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Voto de Sirah Wiedemann:
8
Drama Luke (Ryan Gosling), un motorista que trabaja como especialista en un espectáculo viajando de una ciudad a otra, se reencuentra con una antigua y breve novia, Romina (Eva Mendes), y descubre que recientemente ella ha tenido un hijo de él, Jason. Decide entonces dejar la carretera, establecerse y trabajar de mecánico, intentar recuperar el cariño de Romina y poder cuidar de su hijo. Pero ante la falta de dinero Luke sólo ve una salida: ... [+]
13 de septiembre de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
De varias formas podría calificarse la película dirigida por Derek Cianfrance: thriller, drama, denuncia social, cine con cierto toque independiente...

Este largometraje se presenta en 3 actos distintos separados en el tiempo pero no tanto en lo personal.

Parte 1. Posibilidad: el espectador se enfrenta al drama de un solitario ser que intenta reconducir su vida acercándose a aquello que él vislumbra como una posibilidad de redimirse. El personaje interpretado por Ryan Gosling (qué de sorpresas gratas nos da este hombre con los papeles que elige, y yo que lo conocí en "El diario de Noah") comparte ciertos rasgos con el que interpretó en Drive (la soledad como modo de vida, un pasado turbio que no se acaba por descubrir) si bien aquí sus actos impulsivos son a menudo protagonistas para perjuicio de él mismo.

Parte 2. Culpa: el dolor por algo que se ha hecho, aún cuando pueda estar justificado, es a menudo suficiente para sacudir la apacible existencia de un hombre y vaciarlo hasta el punto de que marque la vida de sus más allegados. Culpa y vergüenza que alejan la mirada melancólica de un hombre de su hogar para dirigirla a combatir los males humanos que afloran en cualquier rincón, incluso en el menos pensado.

Parte 3. Catarsis: dulce juventud vapuleada por el "nuevo opio del siglo XXI" (drogas, apatía, aislamiento social y desgarro emocional por una educación carente de valores) se encuentra con los fragmentos de un espejo hecho añicos tiempo atrás, el cual una vez mostró 2 caras de un mismo ser con un sueño común.

Un discurso limpio converge con otro denostado y finalmente el espectador toma conciencia de lo solos que a menudos estamos, cuales lobos esteparios, todos soñamos, pero un abismo oscuro se abre en la conciencia de todo aquel que haya sabido ver. Unos lo saben, otros tal vez no, pero hemos asistido a un drama doloroso y solitario. Y muy común, aunque con otro maquillaje, claro.
Sirah Wiedemann
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