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España España · Barcelona
Voto de Feu Follet:
5
Drama Kang vive solo en una casa grande. A través de los ventanales, mira hacia los árboles golpeados por el viento y la lluvia. Siente un dolor extraño de origen desconocido que apenas puede soportar y que afecta a todo su cuerpo. Non vive en un pequeño apartamento en Bangkok donde prepara platos tradicionales de su pueblo natal. Cuando Kang se reúne con Non en un cuarto de hotel, ambos hombres comparten su soledad.
17 de mayo de 2021
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
"¿Qué es, pues, el tiempo? Si nadie me lo pregunta, lo sé; pero si alguien me lo pregunta no lo sé". Pareciese que últimamente el cine contemporáneo nos enfrenta constantemente a esta pregunta. El cine, no obstante, cuando propone estas preguntas nos ofrecen sus respuestas particulares. Cada película es una particular forma de respondernos a la pregunta del tiempo, no explicándola sino mostrándola. La etiqueta "slow cinema" sin embargo parece querer eliminar dicha pregunta, en cambio, nos ofrece una respuesta común, generalizada. Cuando un tiempo asume ya su respuesta pierde su carácter de pregunta y, como diría un célebre filósofo alemán, la pregunta es la piedad del pensar.

Cuando vi esta película sentí algo similar a eso, como si la pregunta se hubiera dado por supuesto, como si se hubiera conformado al refugio de un "estilo" que ya todos conocemos. Tsai Ming Liang nunca fue sencillamente un cineasta "del tiempo", en sus películas el tiempo se materializaba en atmósferas inquietantes y cuasi fantasmagóricas en el que cuerpos vacilantes cargados de deseo se acercaban a sus amantes como si fueran los espíritus mismos de una fuerza mítica encarnada o como si fueran piezas de alguna suerte de alegoría oriental. En Goodbye Dragon Inn, por ejemplo, la duración se veía ritmada por esos fantasmas de un tiempo mítico del cine que una sencilla frase de la película los delataba "este cine está maldito". La duración del plano se componía con los ligeros movimientos dentro de él ( la extraordinariamente lenta cadencia con la que fumaba uno de los "fantasmas" más lacónicos y esquivos del film, la cojera con la que recorría todas las habitaciones del cine la encargada del local...). Ahí el tiempo se filmaba, se construía, era un tiempo de fantasmas en el que uno ingresaba como se ingresa en una inquietante pieza musical que no acabamos de comprender pero que nos "dice" algo.

Aquí, en cambio el tiempo acontece, como si fuera sencillamente el paso del reloj. Como si antes que filmarse se registrase, como si la cámara se plantase delante de unos personajes que no nos esconden ningún misterio salvo el de ser objetos filmados que "duran" o que son "durados" a través de la cámara que es la que realmente dura. La duración solo parece esconder una respuesta que resulta casi cursi: "lo duro de la soledad" (la coda del final hace un eco redundante que en su cursilería sorprende de un director como Tsai Ming Liang). Cuando uno se enfrenta a esos planos largos en este film no puedo evitar sentir que lo que la duración me repite en cada segundo es esa respuesta un tanto remilgada que se sabe demasiado bien a sí misma. La duración ya no esconde nada, la duración ya no es pregunta.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Feu Follet
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