Haz click aquí para copiar la URL
España España · Zaragoza
Voto de cassavetes:
7
Drama En la Bélgica actual, el destino del joven Ahmed, de apenas 13 años, se ha quedado atrapado entre los ideales de pureza del que le habla su imán y las pasiones de la vida. (FILMAFFINITY)
2 de marzo de 2020
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Salvamos unas cuantas distancias, formales, argumentales, estilísticas y unas cuantos kilómetros más, si decimos que los hermanos Dardenne son los Coen europeos. Viceversa a veces. Muchas veces. Los hermanos Dardenne, Luc y Jean-Pierre, tuvieron unos fantásticos inicios en el largo belga, unos años festivaleramente premiados gracias a un cine comprometido, social, insólito (Loach y quién más) y emocionante. Cine de agallas que han mantenido con los años con algún altibajo que otro. En líneas generales puede decirse que afortunadamente siguen siendo los mismos hermanos de siempre y nada parece indicar que vaya a cambiar la cosa. Porque con El joven Ahmed: primero, cumplen su habitual y siempre merecido peregrinaje por el reconocimiento de laureles (mejor dirección en Cannes); y segundo, su compromiso con el buen cine, con los ideales que nunca deben perderse y la honestidad profesional no llevan camino de abandonar a esta Bélgica cinematográfica.

El joven Ahmed podría lindar con cierto riesgo. La trama, edificada por un tema de los candentes, el conflicto islamista radical presente en ocasiones con consecuencias funestas en la vieja Europa, podría significar tomar partido por el maniqueísmo o presentar de forma ambigua personajes, posturas y comportamientos. Nada de ello sucede. Sin decantarse por opiniones o extremos, los Dardenne narran, colocan la cámara (en este caso alrededor, literalmente, de un niño, de un chaval imberbe, de un Timothée Chalamet a la musulmana, de un chico que apenas sabe lo cómo piensa una chica, lo que hay detrás de un beso, de lo que supone el amor pero sí de qué va eso del sacrificio paradisíaco) y los espectadores somos más espectadores que nunca. Vemos, oímos y luego si se quiere se calla, se otorga o se posiciona uno.

A propósito, en los ochenta y cuatro apenas minutos de película hay una ausencia (Schubert y un grupo belga que suena en la radio del coche) total y absoluta de soundtrack musical. La intriga que nos absorbe, que nos envuelve lenta y apasionadamente en la película llega de la mano de una cámara nerviosa, orientada hacia la acción y una dirección sobria pero invisible (la cámara, no los directores, somos nosotros) al fin y al cabo. Sin llegar a ser un thriller (últimamente asusta menos el pensar qué hubieran hecho unos directores más allá del charco con este guión, quizá la influencia europeísta del cine se vislumbra ya en Jolivud) acumula los suficientes atributos para llegar al interés que aquel género suscita en la congoja de quien ve películas al uso.

Son los Dardenne, ojo, que nadie espere El fugitivo ni esos inventos actuales producción made in Netflix. El día que alguien como Luc y como Jean-Pierre Dardenne pise uno de esos platós… me acuerdo de cuando se cierra una sala de cine.
cassavetes
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow