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España España · Moaña
Voto de Bermu:
9
Drama Nueva York, 1972. Charlie (Harvey Keitel) es un joven italoamericano de 27 años que trata de ascender en la mafia de Nueva York, pero dicho ascenso se ve obstaculizado por su sentimiento de responsabilidad hacia su imprudente amigo, Johnny Boy (Robert De Niro). (FILMAFFINITY)
11 de mayo de 2020
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con esta película, Scorsese empezó a forjar su leyenda en el mundo del cine. Ese estilo tan característico del director neoyorquino, ese cine personal, obsesivo, de violencia, incluso de redención entre sus personajes, la mayoría de ellos seres atormentados, sin salida, abocados casi siempre al sufrimiento y a la muerte. Ese cine de gangsters en el que Scorsese se siente tan cómodo, simplemente porque creció entre ellos. Realmente Scorsese muestra en esta película personajes que conoce perfectamente puesto que compartió su infancia en Little Italy, es el mundo en el que creció, rodeado de mafiosos y violencia.

La película gira en torno a la relación de Charlie (Harvey Keitel) y Johny (De Niro), unos aprendices de mafiosos, jóvenes con ansias de poder y dinero, aunque diametralmente opuestos entre ellos. Mientras Charlie parece ser la voz de la coherencia, la tranquilidad y la razón, Jonhny es irreverente, mujeriego, bebedor y violento. Parece que Scorsese tomara esta película como borrador del guión de Godfellas (1990), las similitudes son abrumadoras.

En realidad, ni siquiera sabemos si Charlie desea pertenecer a la mafia, toda la película se debate entre su relación de amistad con Jonhy, su amor por Teresa y la familia mafiosa comandada por su tío. Scorsese nos muestra con su cámara esos bajos fondos, esas calles del barrio italiano de Nueva York, a través de sus ojos podemos ver los pensamientos más profundos de Charlie. Esa forma de rodar de Scorsese, prácticamente con la cámara en el hombro continuamente, nos hace involucrarnos en los sucesos diarios de los personajes, los persigue por toda la ciudad, esos planos secuencia, a veces eternos, me parecen sencillamente maravillosos.

Otros dos aspectos cruciales en esta película y recurrentes en Scorsese, son la religión y la música. En casi todas las películas del director, la religión forma parte importante de su iconografía, en este caso las fiestas patronales en el barrio italiano, fiestas sagradas para ellos. La imagen de San Genaro aparece en innumerables ocasiones a lo largo de la película. Algo parecido ocurre con la música italiana, presente a lo largo de toda la película, principalmente en la banda de música que acompañada al santo, aunque también en el bar de Tony, en todas las escenas de coches o en el restaurante. Lo que es innegable es que las tradiciones son parte vital y básica en la vida de Scorsese y siempre aprovecha para mostrarlas al mundo a través de sus películas.

En fin, disfrutar de esta película es disfrutar del mejor Scorsese, por lo menos del más puro y personal, de los recuerdos de su infancia a través de los ojos de Charlie. He leído en alguna parte que en su juventud, Scorsese se debatió entre ser cura, gangster o director de cine...menos mal que escogió la más coherente.
Bermu
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