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España España · Moaña
Voto de Bermu:
9
Drama Charlotte es una famosa concertista de piano que ha estado tan volcada en su carrera que no ha visto a su hija Eva en siete años. Eva, que vive con su marido, un pastor protestante, y con una hermana gravemente incapacitada, mantiene con su madre una relación de amor-odio. Después de tantos años, Charlotte decide ir a visitarlos, pero el encuentro pronto se convertirá en un tenso duelo entre madre e hija. (FILMAFFINITY)
17 de junio de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las relaciones familiares siempre son complicadas, y más entre padres e hijos. Además mostrar esos sentimientos mutuos que se sienten hacia la otra parte es difícil, se van acumulando a lo largo de los años formando un poso profundo en el fondo del alma hasta que llega un momento que explotan. Bergman indaga en esta película en esa relación profunda entre una madre y su hija, rota desde hace años.

El desencadenante de la película es la muerte del compañero sentimental de su madre desde hace tiempo, lo que hace que Eva, su hija, le escriba pidiéndole que pase unos días con ella y su marido para sobrellevar su dolor. En realidad la relación entre ambas es casi nula, no se ven desde hace siete años.

Charlotte, su madre, es concertista de piano y ha dedicado toda su vida a su carrera artística, desinteresándose por completo de su familia. En realidad para ella eran un estorbo, tanto su marido como sus hijas, eran una piedra en el camino hacia el éxito. Nunca le ha importado sus sentimientos, sus inquietudes o sus problemas, lo primordial para ella era su carrera, sus amantes y su vida. Nunca le ha importado nadie salvo ella misma.

Su hija Eva está casada con Vicktor, pastor luterano del pequeño pueblo donde viven, además cuida de su hermana Helena, incapacitada desde hace años por una enfermedad degenerativa. Eva guarda en su interior un enorme rencor y odio hacia su madre, que nunca se ha atrevido a revelarle, hasta que su madre llega a su casa y se produce un choque emocional brutal, produciéndose una fuerte discusión entre ambas donde salen a relucir todos los sentimientos, reproches y humillaciones que ha tenido que soportar Eva por parte de su madre a lo largo de su vida.

Las escenas entre Liv Ullman e Ingrid Bergman son demoledoras, tremendas, de una pasión y una tensión que se deja notar hacia el espectador. Los sentimientos a flor de piel de ambas actrices hacen que se te encoja el corazón. Todo ello acompañado por la excelente fotografía del ya mítico y para mí infravalorado Sven Nykvist, que acompañó a Bergman prácticamente durante toda su carrera.

Bergman desnuda como nadie el alma humana, lo demostró en innumerables ocasiones y una vez más lo plasma en Sonata de Otoño, acompañado por las excelsas interpretaciones de sus protagonistas (siempre me pregunté porqué Bergman fue nomidada al Oscar a la mejor actriz y Ullman no, no lo entiendo). Sencillamente una obra maestra.
Bermu
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