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Voto de Bermu:
4.239
Drama
El periodista alemán Felix Winter recorre los Estados Unidos buscando temas para escribir un libro, pero como ni siquiera consigue empezarlo, su editor cancela el contrato. Cuando decide regresar a Alemania, conoce en el aeropuerto a una mujer, y como no hay vuelos hasta el día siguiente pasa la noche con ella. La mujer desaparece, pero le deja un recado: que vaya con su hija Alicia, de nueve años, a Amsterdam para reunirse con ella. (FILMAFFINITY) [+]
20 de mayo de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando una persona se siente perdida y vacía, como le pasa a nuestro protagonista, trata de replantearse la vida de nuevo, intentar recuperar su esencia, su identidad, su existencia. Trata de volver a encontrarse a sí mismo en un viaje a lo largo de Estados Unidos, aunque no lo logra, solo se siente más confuso que antes.
Cuando vuelve a Nueva York se da cuenta que la ciudad no es muy diferente al resto de paisajes que ha ido recogiendo en sus fotografías, la mayoría de ellas vacías de contenido. Trata de entender el sentido de su vida, siente miedo a lo desconocido. Las fotografías le ayudan a mitigar ese miedo, quiere recordar esos momentos, las ojea una y otra vez intentando interpretar su vida a través de ellas.
Cuando lo despiden por no publicar su artículo en el plazo previsto, decide volver a casa a intentar acabar allí su historia. Se encuentra en el aeropuerto con Alicia y su madre, que van a realizar el mismo viaje. La madre le pide que se lleve a su hija a Ámsterdam y que se reunirá con ellos pronto, aunque no aparece.
Durante el viaje, se siente incapaz de interactuar con ella, en realidad casi con cualquier ser humano. Continúa perdido, la niña le supera, aunque poco a poco va cambiando hasta mostrar ternura y cariño hacia ella. Se da cuenta que ella también está sola y desconcertada, siente como si fueran almas gemelas, comparten su soledad buscando un final.
El otro punto de vista de la película es Alicia. Cuando pierde a su madre encuentra en él una figura paternalista a la que aferrarse en su soledad. Comienza un recorrido por varias ciudades en busca de un destino, aunque en realidad no le importa, se siente protegida con él. Se crea un vínculo especial entre ellos, lo que recuerda un poco a la película Luna de Papel (1973).
Los silencios a lo largo de toda la película sobrecogen, acompañados en muchas tomas por una dulce melodía, una música silenciosa que te llega al alma. La fotografía en blanco y negro, habitual en la filmografía de Wenders, muestra la cruda realidad de la vida. Una película que te llevará más allá de los sentidos.
Cuando vuelve a Nueva York se da cuenta que la ciudad no es muy diferente al resto de paisajes que ha ido recogiendo en sus fotografías, la mayoría de ellas vacías de contenido. Trata de entender el sentido de su vida, siente miedo a lo desconocido. Las fotografías le ayudan a mitigar ese miedo, quiere recordar esos momentos, las ojea una y otra vez intentando interpretar su vida a través de ellas.
Cuando lo despiden por no publicar su artículo en el plazo previsto, decide volver a casa a intentar acabar allí su historia. Se encuentra en el aeropuerto con Alicia y su madre, que van a realizar el mismo viaje. La madre le pide que se lleve a su hija a Ámsterdam y que se reunirá con ellos pronto, aunque no aparece.
Durante el viaje, se siente incapaz de interactuar con ella, en realidad casi con cualquier ser humano. Continúa perdido, la niña le supera, aunque poco a poco va cambiando hasta mostrar ternura y cariño hacia ella. Se da cuenta que ella también está sola y desconcertada, siente como si fueran almas gemelas, comparten su soledad buscando un final.
El otro punto de vista de la película es Alicia. Cuando pierde a su madre encuentra en él una figura paternalista a la que aferrarse en su soledad. Comienza un recorrido por varias ciudades en busca de un destino, aunque en realidad no le importa, se siente protegida con él. Se crea un vínculo especial entre ellos, lo que recuerda un poco a la película Luna de Papel (1973).
Los silencios a lo largo de toda la película sobrecogen, acompañados en muchas tomas por una dulce melodía, una música silenciosa que te llega al alma. La fotografía en blanco y negro, habitual en la filmografía de Wenders, muestra la cruda realidad de la vida. Una película que te llevará más allá de los sentidos.
