Hasta Batman Begins, ninguna película de superhéroes (exceptuando, si así la consideramos, El Cuervo) me había entusiasmado. Repito: ninguna.
Ni siquiera las dos primeras de Tim Burton.
Lo que hace grande a este Batman es que nos da la sensación de verismo, de que lo que vemos es real, de que realmente puede haber un tipejo paseandose por los tejados con un disfraz de murciélago mientras nosotros vemos la televisión.
Jamás se había profundizado tanto en la psicología de un superhéroe, y nunca se le había otorgado tal fuerza y poderío, y ésto le da al film un caracter del que carecen el resto de películas del género.
Además, el bueno de Nolan trata con la misma importancia a cada una de las partes de la película, bien distinguidas (Bruce Wayne hasta su conversión en hombre murciélago, y las andanzas de éste), y las dos son igual de poderosas.
Caso aparte es el reparto de lujo con el que cuenta, quizá uno de los mejores conjuntos que se han visto en los últimos tiempos.
Todo ello hace de esta película, para mí, la mejor película basada en un superhéroe de cómic.