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España España · Madrid
Voto de Aitor:
9
Drama Tras una noche de disturbios en un barrio marginal de las afueras de París, tres amigos adolescentes, Vinz, Saïd y Hubert (un judío, un árabe inmigrante y un boxeador amateur negro, respectivamente), son testigos de un hecho, en el que su amigo Abdel resulta herido por la policía. El deambular por la ciudad, la violencia entre bandas y los conflictos con la policía son las constantes en las 24 horas siguientes de la vida de estos jóvenes. (FILMAFFINITY) [+]
24 de septiembre de 2012
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las cosas que más me fascina del cine francés es su capacidad de hacer retratos sociales duros y críticos sin morderse la lengua, con visión documental sin apartarse nunca de la ficción propia del cine. "El odio" es el mayor ejemplo de ello. Es una de las mejores películas europeas de los 90, se ha convertido en película de culto por méritos propios, está impregnada de la reputación y credibilidad hacia cualquier relato fílmico que confiere la buena utilización de la fotografía en blanco y negro, y además posee descaro y atrevimiento.

Acentúa el realismo con marcadas interpretaciones de actores nóveles (algunos de ellos vivían en esos barrios marginales que sirven de escenario en la película), encabezados por un entonces desconocido Vincent Cassel, por cuya sobreactuación contenida siempre he sentido simpatía. Los tres protagonistas simbolizan el odio (Vince), la razón (Hubert) y la indiferencia (Saïd), desencadenando enfrentamientos entre ellos (como la escena del baño donde todo el equipo se gusta a sí mismo) bastante lucidos. Las desventuras de estos personajes describen el fenómeno "swarming" como ninguna otra película que haya visto.

Aparte, invita a la reflexión y no se desborda a la hora de entrar en el campo pedagógico. La película resta importancia a dónde van a acabar los personajes ni hacia dónde se encaminan, sino que según avanza en el relato reta al espectador a descubrir dónde y cómo comenzaron sus idas y venidas, de dónde surge tanta violencia.

La superficie del relato la copan los recursos de cámara efectistas, los diálogos ácidos con un lenguaje soez a más no poder, con la sorpresa de un guion que no permite ver fisuras, y su capacidad predictiva. Desde luego es una película dura en su justa medida, con una planificación casi de sucesión de sketches, y con un delirio que se agradece.
Aitor
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