Mandy es poesía, nada de serie B gratuita, no os engañéis. Tanto el simbolismo como su estética te ganan desde el primer momento convirtiendo todo el largometraje en una historia en tonos rojos que terminan por recordarte al David Lynch más salvaje.

Cosmatos convierte a Nicolas Cage en el interprete perfecto, en un héroe que se adentra en la soledad y el misticismo tirando de nostalgia y rabia, en un camino directo a la revancha con la sangre como vehículo principal. Lo exagerado de sus interpretaciones y sus silencios se entrelazan en un cuento espectacularmente dirigido y escrito en el que el espectador es testigo de un hechizo inquietante pero bello del que solamente despierta con los créditos finales.

Película muy recomendable. Sobre todo sí buscas algo distinto a las horror movies de la actualidad.