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Voto de Jordirozsa:
7
4,3
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Terror. Thriller. Drama
Alice, una escritora que ha pasado por un problema psicológico, se retira a una casa victoriana para recuperarse y centrarse en el guión que tiene que entregar dentro de poco. Al poco de su llegada, ruidos extraños y misteriosos sucesos hacen que su imaginación se dispare y trate de averiguar qué es lo que hay detrás de todo esto. Asustada pero intrigada, Alice reúne el valor suficiente para adentrarse en el frio y sórdido ático donde ... [+]
13 de noviembre de 2023
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Ross Richardson, como director de fotografía, crea una atmósfera cautivadora y significativa utilizando el interior de la casa victoriana. Su enfoque se centra en sumergir al espectador en un ambiente oscuro de aislamiento y soledad, reflejando no solo el espacio físico sino también el estado mental de la protagonista, Alice. La manera en que juega con la iluminación —creando sombras profundas y rincones oscuros— establece un tono de misterio y peligro potencial, y alimenta la expectativa.
La oscuridad se convierte en una metáfora de la lucha interna y los miedos de Alice, manteniendo a la audiencia en un estado de alerta. Además, logra una inmersión más profunda en la historia permitiendo que la audiencia acompañe a Alice en su exploración de la casa.
Esta técnica de «mostrar» el entorno es efectiva para construir suspense y familiarizarnos con el espacio. A través de la cámara, descubrimos gradualmente la envergadura y los detalles de la mansión, lo que no solo sirve para establecer el escenario, sino que también da una comprensión más clara de dónde y cómo ocurren los eventos.
El uso de la plantación de elementos en la narrativa visual es particularmente hábil. A medida que la cámara explora, se introducen objetos y espacios que luego se revelan como esenciales.
Si comparamos entre Alice en «Deadline» y Jack Torrance en «El Resplandor» (1980), vemos que ambos personajes se encuentran en situaciones similares de aislamiento extremo y fragilidad mental, lo cual es agravado por su entorno. En «Deadline», al igual que en «El Resplandor», el aislamiento y la presión de cumplir con una tarea creativa bajo circunstancias difíciles juegan un papel crucial en la desintegración psicológica del personaje principal. En el caso de Alice, su lucha interna se ve intensificada por el abuso que ha sufrido, lo cual se refleja en su dependencia de los medicamentos y en su vulnerabilidad emocional. Esta situación resuena con la de Jack Torrance, cuya propia psique se va desmoronando bajo la influencia maligna del Hotel Overlook. En ambos casos, los personajes se enfrentan a un entorno que parece amplificar sus peores miedos y tendencias, llevándolos a un estado de desequilibrio mental.
La dualidad de la experiencia de Alice es una representación fascinante de la lucha entre la cordura y la locura, y entre la realidad y la ilusión. A lo largo de la película, vemos a Alice equilibrando su deseo de mantenerse anclada en la realidad a través de su trabajo con el impulso creciente de explorar los misterios y las manifestaciones extrañas que surgen en la casa. Por un lado, Alice intenta aferrarse a la cordura y a la normalidad, concentrándose en su tarea de escribir. Este enfoque en el trabajo es una forma de mantenerse conectada con el mundo exterior y con su sentido de identidad y propósito. Sin embargo, la presencia constante de fenómenos inexplicables en la casa actúa como un imán que la atrae hacia un viaje de autodescubrimiento y confrontación con su pasado y sus miedos más profundos. El entorno de la casa victoriana, con sus rincones oscuros y su atmósfera opresiva, simboliza las «fauces de su mente», un laberinto de recuerdos y traumas que Alice debe navegar. La búsqueda de la fuente de las manifestaciones extrañas se convierte en una metáfora de su lucha por comprender y enfrentar sus propios demonios internos.
El tópico en el que el protagonista se enfrenta al dilema de tomar o no su medicación psiquiátrica, es de hecho un elemento recurrente en muchas películas que exploran temas de salud mental, realidad versus ilusión, y el enfrentamiento de miedos internos. Este momento simbólico, a menudo representado por el protagonista contemplando un bote de pastillas, encapsula una encrucijada crítica tanto para el personaje como para la trama. Este momento representa más que la decisión de tomar una pastilla. Es una lucha interna entre mantenerse en la realidad aceptada o arriesgarse a sumergirse en una experiencia que, aunque potencialmente perturbadora y desorientadora, podría revelar verdades ocultas o permitir un enfrentamiento necesario con traumas o miedos. La medicación, en este contexto, simboliza la seguridad y la estabilidad, pero también puede ser vista como una barrera que impide al personaje enfrentar y procesar completamente sus experiencias y emociones internas.
La banda sonora original orquestal de Carlos José Álvarez se convierte en la representación del equilibrio mental de Alice, apoyando su lucha por mantener la cordura frente a las manifestaciones fantasmales. Cada tono y melodía refleja sus cambiantes estados emocionales y su conflicto interno, añadiendo una capa emocional profunda a su viaje. La música no solo establece el ambiente y el tono, sino que también actúa como un narrador silencioso, conduciendo al espectador a través de la historia y enfatizando los momentos decisivos. El uso del piano, en particular, aporta una sensación de intimidad y vulnerabilidad, resonando con la fragilidad emocional y mental de Alice. Estas melodías, que fluyen suavemente sobre la tensión subyacente de la película, sirven para enfatizar el estado de ánimo y los conflictos internos del personaje.
El uso simbólico del agua, y en particular de las bañeras, en películas de terror y suspense que tratan sobre fantasmas mensajeros o vindicadores de justicia es una rica fuente de interpretación desde perspectivas psicoanalíticas y psicológicas. El agua, especialmente en el contexto de una bañera, a menudo simboliza la exploración del subconsciente, un retorno al seno materno, o una forma de purificación y transformación. Desde un punto de vista freudiano, el agua podría interpretarse como un símbolo de los deseos reprimidos y las emociones ocultas. La bañera, en este contexto, se convierte en un espacio donde estos aspectos subyacentes pueden emerger a la superficie. En el ámbito de lo cinematográfico, esto se manifiesta a menudo en escenas donde los personajes experimentan revelaciones,
La oscuridad se convierte en una metáfora de la lucha interna y los miedos de Alice, manteniendo a la audiencia en un estado de alerta. Además, logra una inmersión más profunda en la historia permitiendo que la audiencia acompañe a Alice en su exploración de la casa.
Esta técnica de «mostrar» el entorno es efectiva para construir suspense y familiarizarnos con el espacio. A través de la cámara, descubrimos gradualmente la envergadura y los detalles de la mansión, lo que no solo sirve para establecer el escenario, sino que también da una comprensión más clara de dónde y cómo ocurren los eventos.
El uso de la plantación de elementos en la narrativa visual es particularmente hábil. A medida que la cámara explora, se introducen objetos y espacios que luego se revelan como esenciales.
Si comparamos entre Alice en «Deadline» y Jack Torrance en «El Resplandor» (1980), vemos que ambos personajes se encuentran en situaciones similares de aislamiento extremo y fragilidad mental, lo cual es agravado por su entorno. En «Deadline», al igual que en «El Resplandor», el aislamiento y la presión de cumplir con una tarea creativa bajo circunstancias difíciles juegan un papel crucial en la desintegración psicológica del personaje principal. En el caso de Alice, su lucha interna se ve intensificada por el abuso que ha sufrido, lo cual se refleja en su dependencia de los medicamentos y en su vulnerabilidad emocional. Esta situación resuena con la de Jack Torrance, cuya propia psique se va desmoronando bajo la influencia maligna del Hotel Overlook. En ambos casos, los personajes se enfrentan a un entorno que parece amplificar sus peores miedos y tendencias, llevándolos a un estado de desequilibrio mental.
La dualidad de la experiencia de Alice es una representación fascinante de la lucha entre la cordura y la locura, y entre la realidad y la ilusión. A lo largo de la película, vemos a Alice equilibrando su deseo de mantenerse anclada en la realidad a través de su trabajo con el impulso creciente de explorar los misterios y las manifestaciones extrañas que surgen en la casa. Por un lado, Alice intenta aferrarse a la cordura y a la normalidad, concentrándose en su tarea de escribir. Este enfoque en el trabajo es una forma de mantenerse conectada con el mundo exterior y con su sentido de identidad y propósito. Sin embargo, la presencia constante de fenómenos inexplicables en la casa actúa como un imán que la atrae hacia un viaje de autodescubrimiento y confrontación con su pasado y sus miedos más profundos. El entorno de la casa victoriana, con sus rincones oscuros y su atmósfera opresiva, simboliza las «fauces de su mente», un laberinto de recuerdos y traumas que Alice debe navegar. La búsqueda de la fuente de las manifestaciones extrañas se convierte en una metáfora de su lucha por comprender y enfrentar sus propios demonios internos.
El tópico en el que el protagonista se enfrenta al dilema de tomar o no su medicación psiquiátrica, es de hecho un elemento recurrente en muchas películas que exploran temas de salud mental, realidad versus ilusión, y el enfrentamiento de miedos internos. Este momento simbólico, a menudo representado por el protagonista contemplando un bote de pastillas, encapsula una encrucijada crítica tanto para el personaje como para la trama. Este momento representa más que la decisión de tomar una pastilla. Es una lucha interna entre mantenerse en la realidad aceptada o arriesgarse a sumergirse en una experiencia que, aunque potencialmente perturbadora y desorientadora, podría revelar verdades ocultas o permitir un enfrentamiento necesario con traumas o miedos. La medicación, en este contexto, simboliza la seguridad y la estabilidad, pero también puede ser vista como una barrera que impide al personaje enfrentar y procesar completamente sus experiencias y emociones internas.
La banda sonora original orquestal de Carlos José Álvarez se convierte en la representación del equilibrio mental de Alice, apoyando su lucha por mantener la cordura frente a las manifestaciones fantasmales. Cada tono y melodía refleja sus cambiantes estados emocionales y su conflicto interno, añadiendo una capa emocional profunda a su viaje. La música no solo establece el ambiente y el tono, sino que también actúa como un narrador silencioso, conduciendo al espectador a través de la historia y enfatizando los momentos decisivos. El uso del piano, en particular, aporta una sensación de intimidad y vulnerabilidad, resonando con la fragilidad emocional y mental de Alice. Estas melodías, que fluyen suavemente sobre la tensión subyacente de la película, sirven para enfatizar el estado de ánimo y los conflictos internos del personaje.
El uso simbólico del agua, y en particular de las bañeras, en películas de terror y suspense que tratan sobre fantasmas mensajeros o vindicadores de justicia es una rica fuente de interpretación desde perspectivas psicoanalíticas y psicológicas. El agua, especialmente en el contexto de una bañera, a menudo simboliza la exploración del subconsciente, un retorno al seno materno, o una forma de purificación y transformación. Desde un punto de vista freudiano, el agua podría interpretarse como un símbolo de los deseos reprimidos y las emociones ocultas. La bañera, en este contexto, se convierte en un espacio donde estos aspectos subyacentes pueden emerger a la superficie. En el ámbito de lo cinematográfico, esto se manifiesta a menudo en escenas donde los personajes experimentan revelaciones,
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
recuerdos reprimidos, o encuentros con fantasmas que les obligan a enfrentar verdades ocultas. Por otro lado, desde la perspectiva de la psicología profunda de Carl Gustav Jung, el agua en las bañeras puede simbolizar el inconsciente colectivo, un reino donde los arquetipos y las narrativas universales residen.
En «Deadline», Alice (interpretada por Brittany Murphy) encuentra su anclaje en la realidad a través de su amiga, un personaje interpretado por Tammy Blanchard («Rabbit Hole» y «The Good Shepherd»). En contraste, la figura espectral que atormenta a Alice es interpretada por Thora Birch, («American Beauty» y «Ghost World»). Ambos personajes, así como el personaje de David interpretado por Marc Blucas, («Buffy the Vampire Slayer» y «Knight and Day»), se ven relegados a roles de apoyo dramático. No reciben el desarrollo que podrían haber tenido. Particularmente, en las dinámicas insinuadas pero no completamente exploradas, como la relación entre los personajes de Murphy y Birch, que se sugiere que podría tener una naturaleza lésbica, y el papel antagónico de Blucas. Lo cual es una oportunidad perdida.
A pesar de estas limitaciones, el guión logra mantener eficazmente la tensión a lo largo de la película. Esta habilidad para sostener el interés del espectador es notable, especialmente considerando que muchos de los eventos que se despliegan pueden parecer predecibles incluso antes de llegar a la mitad del filme. McConville demuestra una habilidad astuta para jugar con el sentido de anticipación. Utiliza esta previsibilidad no como una debilidad, sino como un recurso, manteniéndos expectantes. Esta técnica de colocar «la zanahoria delante de la audiencia» funciona efectivamente; nos encontramos constantemente a la espera de la revelación final, lo que nos mantiene atentos y comprometidos con la trama.
El desenlace es donde McConville pone en juego su habilidad para sorprender. Aunque algunos elementos y mensajes presentados en la conclusión de la película pueden resultar confusos, esta ambigüedad se convierte en una herramienta narrativa. Requiere que se preste atención a los detalles y a las sutilezas, incentivando una mayor participación y reflexión.
McConville encuentra serias dificultades para atar todas las puntas, pero durante el desarrollo del arco narrativo muestra una habilidad notable para crear varios planos simultáneos que funcionan como espejos entre sí, y que contribuyen significativamente a la atmósfera sombría y penumbrosa de la película.
El giro final donde se resuelve el destino de David, el esposo y asesino de Lucy, y su intento de acabar también con Alice, es un elemento narrativo que se ha visto en varias otras producciones cinematográficas. Este tipo de revelación cambia drásticamente la percepción del espectador sobre los eventos anteriores. Este giro juega con la idea de algo ominoso que ha estado presente todo el tiempo, influenciando los acontecimientos desde las sombras.
La coincidencia entre el destino de Brittany Murphy y los eventos de «Deadline» es, de hecho, inquietantemente premonitoria y añade una capa de tristeza y melancolía a la película. Murphy, conocida por su talento y carisma en pantalla, falleció en circunstancias trágicas poco después de completar el rodaje de una película que, irónicamente, trata sobre encuentros con lo sobrenatural y la resolución de injusticias del pasado. El hecho de que su muerte haya ocurrido en su casa, y que inicialmente se creyera relacionada con un accidente en la bañera, crea un paralelo sombrío con la película, donde el agua y los espacios de baño tienen un significado simbólico importante. Aunque posteriormente se reveló que Murphy sufría de condiciones de salud más graves, que también afectarían fatalmente a su esposo meses después, la coincidencia sigue siendo perturbadora. El personaje de Murphy se enfrenta a fantasmas del pasado y busca justicia para ellos, permitiéndoles, en la narrativa de la película, descansar en paz.
En «Deadline», Alice (interpretada por Brittany Murphy) encuentra su anclaje en la realidad a través de su amiga, un personaje interpretado por Tammy Blanchard («Rabbit Hole» y «The Good Shepherd»). En contraste, la figura espectral que atormenta a Alice es interpretada por Thora Birch, («American Beauty» y «Ghost World»). Ambos personajes, así como el personaje de David interpretado por Marc Blucas, («Buffy the Vampire Slayer» y «Knight and Day»), se ven relegados a roles de apoyo dramático. No reciben el desarrollo que podrían haber tenido. Particularmente, en las dinámicas insinuadas pero no completamente exploradas, como la relación entre los personajes de Murphy y Birch, que se sugiere que podría tener una naturaleza lésbica, y el papel antagónico de Blucas. Lo cual es una oportunidad perdida.
A pesar de estas limitaciones, el guión logra mantener eficazmente la tensión a lo largo de la película. Esta habilidad para sostener el interés del espectador es notable, especialmente considerando que muchos de los eventos que se despliegan pueden parecer predecibles incluso antes de llegar a la mitad del filme. McConville demuestra una habilidad astuta para jugar con el sentido de anticipación. Utiliza esta previsibilidad no como una debilidad, sino como un recurso, manteniéndos expectantes. Esta técnica de colocar «la zanahoria delante de la audiencia» funciona efectivamente; nos encontramos constantemente a la espera de la revelación final, lo que nos mantiene atentos y comprometidos con la trama.
El desenlace es donde McConville pone en juego su habilidad para sorprender. Aunque algunos elementos y mensajes presentados en la conclusión de la película pueden resultar confusos, esta ambigüedad se convierte en una herramienta narrativa. Requiere que se preste atención a los detalles y a las sutilezas, incentivando una mayor participación y reflexión.
McConville encuentra serias dificultades para atar todas las puntas, pero durante el desarrollo del arco narrativo muestra una habilidad notable para crear varios planos simultáneos que funcionan como espejos entre sí, y que contribuyen significativamente a la atmósfera sombría y penumbrosa de la película.
El giro final donde se resuelve el destino de David, el esposo y asesino de Lucy, y su intento de acabar también con Alice, es un elemento narrativo que se ha visto en varias otras producciones cinematográficas. Este tipo de revelación cambia drásticamente la percepción del espectador sobre los eventos anteriores. Este giro juega con la idea de algo ominoso que ha estado presente todo el tiempo, influenciando los acontecimientos desde las sombras.
La coincidencia entre el destino de Brittany Murphy y los eventos de «Deadline» es, de hecho, inquietantemente premonitoria y añade una capa de tristeza y melancolía a la película. Murphy, conocida por su talento y carisma en pantalla, falleció en circunstancias trágicas poco después de completar el rodaje de una película que, irónicamente, trata sobre encuentros con lo sobrenatural y la resolución de injusticias del pasado. El hecho de que su muerte haya ocurrido en su casa, y que inicialmente se creyera relacionada con un accidente en la bañera, crea un paralelo sombrío con la película, donde el agua y los espacios de baño tienen un significado simbólico importante. Aunque posteriormente se reveló que Murphy sufría de condiciones de salud más graves, que también afectarían fatalmente a su esposo meses después, la coincidencia sigue siendo perturbadora. El personaje de Murphy se enfrenta a fantasmas del pasado y busca justicia para ellos, permitiéndoles, en la narrativa de la película, descansar en paz.