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Voto de Jordirozsa:
7
4,8
120
Thriller
Los fantasmas vagan a sus anchas por un mundo desolado por una catástrofe desconocida que tuvo lugar hace una década. Un día, Roni (Thorne) recibe un mensaje del más allá que enciende todas las alarmas: su vida corre peligro. Con la ayuda de un misterioso compañero de clase, Kirk, Roni desciende a un mundo de sombras en el que es difícil separar la realidad de la imaginación. (FILMAFFINITY)
6 de junio de 2022
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
La música épica de Bear McCreary ya nos aleja bastante desde el principio, de lo que algunos llaman el “género de terror”. Que, por otro lado, podría seguir siéndolo, aunque para descatalogar "I Still See You" (2018) de una más que ominosa etiqueta, no sólo la partitura es necesaria; también otros aspectos de la factura técnica y, sobretodo, de la narrativa, constituyen la base del alegato para llevarse esta cinta más bien al campo del fantástico, el “thriller”, las aventuras… hasta si, me apuran, con romance casi consumado. Y digo “casi”, porque estamos a un pelo de bigote de gato, de que nos cuenten más sobre esa extrañamente subterránea historia de amor entre los atractivos Bella Thorne y Richard Harmon, quienes forman el tándem protagonista desde los respectivos roles de dos adolescentes de secundaria, que intentarán por todos los medios, desenmarañar todo lo que rodea al misterioso acontecimiento (un accidente nuclear) que años antes arrasó la ciudad de Chicago, y dejó tras de si una estela de reflejos, ecos… fantasmas (como ustedes prefieran llamarlos), a los que sólo verán, por cierto, algunas personas por mor de una especial sensibilidad.
Estos “espectros” (del latín “speculum” en su etimología, raíz usada para construir el significante verbal “espejo”), lejos de ser de sábana y bola con cadena, representará que son las “rémoras” visuales proyectivas de personas que perecieron el día del accidente en tanto que se hallaban plenamente en la lid de sus tareas cotidianas.
Una de esas extraordinarias figuras es el padre de la protagonista, cuyas recurrentes apariciones lo constituirán como una especie de ángel de la guarda de la protagonista en sus andaduras relatadas en la película.
“I Still See You” es otra cinta que podría (o por lo menos debería) poner nerviosos a los “hardcore” de la ya cansina denominación de género, y por ende a aquellos que en virtud de esta imposición clasificatoria en base a funciones comerciales, se crearán la expectativa de una película de sustos fáciles, casquería o cualquier otro ingrediente que consideren esencial para la receta, cuando accedan a la sala con sus respectivas papelinas de palomitas.
Aunque sea considerarlo un poco de lejos, en el estilo narrativo de “I Still See You” también podemos identificar el perfil de una “aventura gráfica” que perfectamente se podría haber construido para “play station”. Su simple trama, aunque disfrazada de equívocos y de pistas falsas para crear un mínimo de interés tensional en el espectador, lo hace perfectamente posible.
En este sentido, el guion de la película no exige demasiado más que los boletos esos de lotería “rasca-rasca”. Basta con seguir el escarbado por el que nos guía Jason Fuchs a lo largo de su libreto, basado en la novela “Break My Heart 1000 Times”, de Daniel Waters, y el giro o giros caen por inercia sin sobresaltos ni sorpresas inesperadas. El resultado es que el desarrollo del hilo queda soso para muchos críticos quienes, en general, han hecho reseñas bastante desfavorables. E incluso se podría añadir al mayoritario suspenso de la cinta (los usuarios, en cambio la aprueban, aunque sin demasiado entusiasmo, si nos basamos en los datos de Imdb), el que a pesar de su simplicidad estructural, se complica la existencia en la resolución o desvelo de los puntos ocultos a los que nos llevan los giros de la historia; total, para mostrarnos la auténtica faceta de todos y cada uno de los personajes principales, así como la verdad de los hechos que explican sus respectivos comportamientos.
Se podría haber solucionado la papeleta de otro modo, y así conceder un mayor monto de tensión dramática, superponiendo la línea argumental de las pesquisas de Veronica (Bella Thorne), con el diegéticamente precedente relato de los hechos que llevaron al accidente nuclear, y sus inmediatas consecuencias; para ello, un montaje más atrevido habría podido dar cuenta de esta mejor técnica, poniendo luz gradualmente a las vivencias de los protagonistas, pero se sigue todo el recorrido con el trasfondo oculto, hasta que la explicación completa, de modo un tanto enrevesado, se expone de un plumazo en los últimos minutos del metraje, como previa al cierre final del nudo. Una estructura más compleja desde la edición, quizá habría estado demasiado fuera del alcance de las neuronas de los palomiteros.
Otro punto flaco es el desaprovechamiento del juego que daba para sí la muchedumbre de entes fantasmagóricos que rellenan y decoran (a eso se limita la mayoría de ellos) el set en el que se desarrollan los acontecimientos. Los ‘remanentes’ son el único aspecto relacionado con lo sobrenatural en la película (y ‘sobrenatural’ no es sinónimo necesariamente de terror). Su razón de ser no pasa de una función ornamental, sin el peso o presencia necesarios con los que se habría podido explotar mejor la temática.
La forma en la que se nos presentan, tanto desde la explicación inicial que de ellos hace la voz en “off” de la protagonista, como el tratamiento visual del fenómeno, ya desde la introducción, tiene la eficiente virtud de causar en lo más profundo de la vertiente emocional del significado o significados que les podamos dar, esa sensación de extrañeza y vacío potenciada, a la ya de por sí contenida y dolorosa tristeza que pueda emerger en nuestro interior, transportando el desolado y post apocalíptico ambiente que reflejan nuestras pantallas, a un hipotético “¿y si esto sucediera alguna vez de verdad?
No sólo en los términos ficticios de la película, sin duda hace más de un guiño a situaciones reales que conocemos de la Historia, y que han provocado un status quo parejo al que viven los personajes de “I Still See You”. El súbito desvanecimiento de las personas que construyen los efectos visuales del equipo de Nazim Aladogan, causa no poca grima en hallar su vínculo con la dolorosa fantasía o temor básico psíquico de pérdida de los seres queridos.
Estos “espectros” (del latín “speculum” en su etimología, raíz usada para construir el significante verbal “espejo”), lejos de ser de sábana y bola con cadena, representará que son las “rémoras” visuales proyectivas de personas que perecieron el día del accidente en tanto que se hallaban plenamente en la lid de sus tareas cotidianas.
Una de esas extraordinarias figuras es el padre de la protagonista, cuyas recurrentes apariciones lo constituirán como una especie de ángel de la guarda de la protagonista en sus andaduras relatadas en la película.
“I Still See You” es otra cinta que podría (o por lo menos debería) poner nerviosos a los “hardcore” de la ya cansina denominación de género, y por ende a aquellos que en virtud de esta imposición clasificatoria en base a funciones comerciales, se crearán la expectativa de una película de sustos fáciles, casquería o cualquier otro ingrediente que consideren esencial para la receta, cuando accedan a la sala con sus respectivas papelinas de palomitas.
Aunque sea considerarlo un poco de lejos, en el estilo narrativo de “I Still See You” también podemos identificar el perfil de una “aventura gráfica” que perfectamente se podría haber construido para “play station”. Su simple trama, aunque disfrazada de equívocos y de pistas falsas para crear un mínimo de interés tensional en el espectador, lo hace perfectamente posible.
En este sentido, el guion de la película no exige demasiado más que los boletos esos de lotería “rasca-rasca”. Basta con seguir el escarbado por el que nos guía Jason Fuchs a lo largo de su libreto, basado en la novela “Break My Heart 1000 Times”, de Daniel Waters, y el giro o giros caen por inercia sin sobresaltos ni sorpresas inesperadas. El resultado es que el desarrollo del hilo queda soso para muchos críticos quienes, en general, han hecho reseñas bastante desfavorables. E incluso se podría añadir al mayoritario suspenso de la cinta (los usuarios, en cambio la aprueban, aunque sin demasiado entusiasmo, si nos basamos en los datos de Imdb), el que a pesar de su simplicidad estructural, se complica la existencia en la resolución o desvelo de los puntos ocultos a los que nos llevan los giros de la historia; total, para mostrarnos la auténtica faceta de todos y cada uno de los personajes principales, así como la verdad de los hechos que explican sus respectivos comportamientos.
Se podría haber solucionado la papeleta de otro modo, y así conceder un mayor monto de tensión dramática, superponiendo la línea argumental de las pesquisas de Veronica (Bella Thorne), con el diegéticamente precedente relato de los hechos que llevaron al accidente nuclear, y sus inmediatas consecuencias; para ello, un montaje más atrevido habría podido dar cuenta de esta mejor técnica, poniendo luz gradualmente a las vivencias de los protagonistas, pero se sigue todo el recorrido con el trasfondo oculto, hasta que la explicación completa, de modo un tanto enrevesado, se expone de un plumazo en los últimos minutos del metraje, como previa al cierre final del nudo. Una estructura más compleja desde la edición, quizá habría estado demasiado fuera del alcance de las neuronas de los palomiteros.
Otro punto flaco es el desaprovechamiento del juego que daba para sí la muchedumbre de entes fantasmagóricos que rellenan y decoran (a eso se limita la mayoría de ellos) el set en el que se desarrollan los acontecimientos. Los ‘remanentes’ son el único aspecto relacionado con lo sobrenatural en la película (y ‘sobrenatural’ no es sinónimo necesariamente de terror). Su razón de ser no pasa de una función ornamental, sin el peso o presencia necesarios con los que se habría podido explotar mejor la temática.
La forma en la que se nos presentan, tanto desde la explicación inicial que de ellos hace la voz en “off” de la protagonista, como el tratamiento visual del fenómeno, ya desde la introducción, tiene la eficiente virtud de causar en lo más profundo de la vertiente emocional del significado o significados que les podamos dar, esa sensación de extrañeza y vacío potenciada, a la ya de por sí contenida y dolorosa tristeza que pueda emerger en nuestro interior, transportando el desolado y post apocalíptico ambiente que reflejan nuestras pantallas, a un hipotético “¿y si esto sucediera alguna vez de verdad?
No sólo en los términos ficticios de la película, sin duda hace más de un guiño a situaciones reales que conocemos de la Historia, y que han provocado un status quo parejo al que viven los personajes de “I Still See You”. El súbito desvanecimiento de las personas que construyen los efectos visuales del equipo de Nazim Aladogan, causa no poca grima en hallar su vínculo con la dolorosa fantasía o temor básico psíquico de pérdida de los seres queridos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Tan sólo esos pocos fantasmas, más cercanos a los protagonistas, que resultaran ser sus espíritus protectores (aunque al principio en apariencia alguno de ellos parecerá ser todo lo contrario, de naturaleza perturbadora y amenazante), intervendrán siendo claves en el momento decisivo, y por cierto de manera excesivamente licenciosa, lo cual restará bastante credibilidad al desenlace, pues si los fantasmas o espectros en cuestión son, como todos, de naturaleza incorpórea, no cabe su interacción con los “vivos” en el plano material, a través del contacto físico.
Destaca el personaje del hermoso Thomas Elms (Brian), quien con sus rubios cabellos, y sus tan radiantes como inquietantes ojos azules, y con esa mezcla fisionómica de Leonardo Di Caprio y Matt Damon en sus facciones, responde perfectamente al perfil gráfico de lo que ya hemos mencionado como “ángel de la guarda” (le faltan las alas, pero de él se nos obsequia con su desnudo desde un plano dorsal, reflejado su busto en el espejo). A pesar de que parece que su función inicial sea la de un espíritu villano que atormenta a Veronica, su belleza y su presencia son disonantes con tal rol, por lo que podemos anticipar que en verdad no será lo que pensábamos. Una lástima que no le hagan chupar más cámara, a este personaje. Pero ya sabemos que en una receta, los mejores ingredientes a veces son los que se echan en menos cantidad. Pero tranquilos y tranquilas, que podremos gozar más de Thomas Elms en otras producciones.
El giro centrado en el personaje, también se da con el Dr. Martin Steiner, profesor de Veronica. Ésta, no menos relevante figura, interpretada por un ya maduro Dermot Mulroney, cuyas duras y marcadas facciones contribuyen asimismo a entrever algo en él que no es trigo limpio.
El punto fuerte y de mejor factura es todo el aparato técnico. Empezando por la fotografía, que nos dibuja un escenario que mezcla un aire gris, hibernal, frío (explícitamente la historia está ambientada en el invierno), fondo sobre el que la caracterización del personaje de Thorne, y el de su rarito compañero (aka amigo o novio…, típico perfil de adolescente rebelde, inconformista y con tintes de antisocial), le dan ese toque gótico que contrasta con todos los elementos propios de la ciencia ficción. En casi todo el metraje, excepto la luz de las fogatas de la zona 0 donde los chicos se aventuran a buscar respuestas, se utilizan tonalidades frías y una entrada de luz que, las veces, apenas llega a la categoría de penumbra.
Y la partitura de Mc Creary, que si en ocasiones flojea o no engancha con el cariz ambiental de la historia, o resulta demasiado minimalista para algunos epicentros dramáticos, en su conjunto aporta mucho más de lo que comunican los diálogos o, en general, el conjunto de las actuaciones de los protagonista. Los actores no pueden (ni deben) dar de si más de lo que les da Jason Fuchs, quien los tiene amarrados demasiado corto, sin concederles mucho margen en lo estipulado. Aun así, las actuaciones acaban siendo bastante correctas.
Con todo, “I Still See You” es un producto lo suficientemente sólido como para pasar un rato entretenido, para sacarle su miga, aunque haya quien no se la sepa encontrar. Incluso en familia, pues se trata de una película, diría yo, apta para casi todos los públicos. Excepto para aquellos quienes, en su día, o todavía ahora porque no la hayan visto, se creen de ella la expectativa de un “slasher” de tres al cuarto (la carátula y el título pueden sugerir a los incautos algo del estilo “Se lo que hicisteis el último verano”, de 1997), o de una desfilada de zombis sedientos de sangre, que la habrían reducido a la simple mímesis de un videojuego.
Sintiéndolo por los fans de los finales retorcidos y llamados “abiertos”, aquí tenemos todo lo contrario: perdices, reencuentro y, si no felicidad, esperanza, y un cierre exultante de orquesta, hasta con coros, al más puro estilo “spielbergiano”.
Destaca el personaje del hermoso Thomas Elms (Brian), quien con sus rubios cabellos, y sus tan radiantes como inquietantes ojos azules, y con esa mezcla fisionómica de Leonardo Di Caprio y Matt Damon en sus facciones, responde perfectamente al perfil gráfico de lo que ya hemos mencionado como “ángel de la guarda” (le faltan las alas, pero de él se nos obsequia con su desnudo desde un plano dorsal, reflejado su busto en el espejo). A pesar de que parece que su función inicial sea la de un espíritu villano que atormenta a Veronica, su belleza y su presencia son disonantes con tal rol, por lo que podemos anticipar que en verdad no será lo que pensábamos. Una lástima que no le hagan chupar más cámara, a este personaje. Pero ya sabemos que en una receta, los mejores ingredientes a veces son los que se echan en menos cantidad. Pero tranquilos y tranquilas, que podremos gozar más de Thomas Elms en otras producciones.
El giro centrado en el personaje, también se da con el Dr. Martin Steiner, profesor de Veronica. Ésta, no menos relevante figura, interpretada por un ya maduro Dermot Mulroney, cuyas duras y marcadas facciones contribuyen asimismo a entrever algo en él que no es trigo limpio.
El punto fuerte y de mejor factura es todo el aparato técnico. Empezando por la fotografía, que nos dibuja un escenario que mezcla un aire gris, hibernal, frío (explícitamente la historia está ambientada en el invierno), fondo sobre el que la caracterización del personaje de Thorne, y el de su rarito compañero (aka amigo o novio…, típico perfil de adolescente rebelde, inconformista y con tintes de antisocial), le dan ese toque gótico que contrasta con todos los elementos propios de la ciencia ficción. En casi todo el metraje, excepto la luz de las fogatas de la zona 0 donde los chicos se aventuran a buscar respuestas, se utilizan tonalidades frías y una entrada de luz que, las veces, apenas llega a la categoría de penumbra.
Y la partitura de Mc Creary, que si en ocasiones flojea o no engancha con el cariz ambiental de la historia, o resulta demasiado minimalista para algunos epicentros dramáticos, en su conjunto aporta mucho más de lo que comunican los diálogos o, en general, el conjunto de las actuaciones de los protagonista. Los actores no pueden (ni deben) dar de si más de lo que les da Jason Fuchs, quien los tiene amarrados demasiado corto, sin concederles mucho margen en lo estipulado. Aun así, las actuaciones acaban siendo bastante correctas.
Con todo, “I Still See You” es un producto lo suficientemente sólido como para pasar un rato entretenido, para sacarle su miga, aunque haya quien no se la sepa encontrar. Incluso en familia, pues se trata de una película, diría yo, apta para casi todos los públicos. Excepto para aquellos quienes, en su día, o todavía ahora porque no la hayan visto, se creen de ella la expectativa de un “slasher” de tres al cuarto (la carátula y el título pueden sugerir a los incautos algo del estilo “Se lo que hicisteis el último verano”, de 1997), o de una desfilada de zombis sedientos de sangre, que la habrían reducido a la simple mímesis de un videojuego.
Sintiéndolo por los fans de los finales retorcidos y llamados “abiertos”, aquí tenemos todo lo contrario: perdices, reencuentro y, si no felicidad, esperanza, y un cierre exultante de orquesta, hasta con coros, al más puro estilo “spielbergiano”.