La verdad es que más que una película de vampiros, lo que uno se encuentra cuando va al cine es una constante sucesión de mamporros y efectos especiales (en ocasiones bastante cutres), donde da igual que sean vampiros, hombres-lobo, o cualquier otro tipo de criatura fantástica. La película se resume en tres puntos básicos, un guion que narra la historia a trompicones, unos vampiros muy alejados como viene siendo habitual del vampiro clásico de Bram Stoker y la utilización de la historia como reclamo de taquilla, porque eso que quede claro, si esta película estuviera ambientada en un lugar cualquiera, en un momento cualquiera, no valdría la pena ni siquiera pagar un céntimo por verla.