Poco se puede decir de la perfección salvo reiterar que es perfecto para quien así lo considere. Dicho esto y puesto que yo sí considero a 2001: Una odisea del espacio como una obra cinematográfica perfecta intentaré expresar lo que esta película puede transmitir a todo aquel que se ponga delante de ella.

En primer lugar imaginemos a una persona que le apasiona el cine y que durante toda su vida ha estado viendo películas. Pero esta persona nunca ha tenido la oportunidad de saber el director de ninguna de las películas que ha visto. Sin embargo, un día conoce que el director de La naranja mecánica, El resplandor, Espartaco, La chaqueta metálica o Teléfono rojo, por decir unas cuantas, es el mismo. En ese momento es inevitable que comience a pensar que ese director es muy probable que sea de los mejores a pesar de no conocer a ningún otro. Supongamos también que esta persona encuentra en la ciencia-ficción su género cinematográfico favorito y un día le toca ver 2001. Después de verla se le informa de que el director de dicha película es el mismo que las ya mencionadas anteriormente, por lo que en ese preciso momento y ya sin ningún tipo de duda, afirmará que ese director es el mejor de la historia y ese no podía ser otro que Stanley Kubrick.

Hecha esta introducción a modo de homenaje al gran Stanley Kubrick me gustaría comenzar de lleno con la crítica propiamente dicha pero de una forma un tanto particular partiendo en cierta medida de suposiciones a las que he llegado libremente si yo me encontrase en alguna de las situaciones que ahora voy a describir.

En primer lugar, imaginemos a un ciego en medio de una sala de cine desierta y que empieza a proyectarse 2001. Evidentemente no podrá ver nada y al tratarse de una película se estará perdiendo el 50% de la esencia del cine en cuanto al espectador se refiere. Pero por otro lado estoy seguro que con pocas películas podrá disfrutar tanto de como lo hará con esta. Toda esa banda sonora de música clásica que nos acompaña a lo largo de toda la película, el sonido ambiente de la Tierra y los seres que la habitan, el espacio, el silencio de la nada, el choque entre los huesos, respiraciones y voces harán sumergirle en un mundo de sonidos en los que todos tienen un sentido y un significado y harán que la imaginación se desarrolle en un espacio que no entiende de límites.

En segundo lugar podemos encontrar otro caso similar pero a su vez diferente. Imaginemos un sordo en esa misma sala de cine desierta viendo 2001. No podrá oír nada y por tanto se perderá todas las experiencias que el ciego sí ha podido disfrutar pero, por el contrario, sí podrá complacerse con ese otro 50% que corresponde a la parte visual. Podrá ver imágenes de una belleza increíble, escenas inolvidables que ya están en la historia del cine, naves bailando en la oscuridad del espacio, lluvias de colores que se plasmarán en la retina y un sin fin de efectos visuales para la posteridad.

Finalmente me gustaría terminar diciendo a todas aquellas personas que gozamos de buena salud auditiva y visual que aprovechemos esa suerte ya que sería una osadía dejar este mundo sin haber visto antes 2001: Una odisea del espacio ya que no se trata de una película de ciencia-ficción más, ni siquiera una buena película de la historia del cine más. Perfectamente podemos llamarla La Película y no estar haciendo ningún sacrilegio.

Gracias Kubrick y descansa tranquilo. Te lo has ganado.