Estaba a punto de comenzar el último episodio de la segunda temporada, pero he sentido la imperiosa necesidad de detenerlo justo en los títulos de crédito iniciales y escribir esta pequeña reseña, para hacer copartícipes a los demás de mi estado emocional.

Y es que me he quedado impresionado. El penúltimo episodio de la segunda temporada es apoteósico.

Una historia muy interesante. Unos personajes perfecta y detalladamente diseñados, ricos, complejos, empáticos, humanos (y deshumanos). Unos decorados y una ambientación deslumbrantes. Unas interpretaciones brillantes. Unas escenas de acción perfectamente coreografiadas, emocionantes, adrenalínicas, impactantes. Y escenas de sexo naturales, sin muchas de las tonterías mojigatas que imperan en la actualidad.

Dejando aparte el abuso del empoderamiento femenino y la corrección política que rezuma por todas partes, y que hay que ver con perspectiva coyuntural, podría decir que es la mejor serie de acción que se ha rodado hasta la actualidad. Desde luego, la mejor que yo haya visto en mis muy cinéfilos, seriéfilos y ya abundantes años de vida.

No sabría si recomendarla según a quién, porque puede resultar un poco gore y no sería apta para personas a las que no les guste la acción, o mucho menos la acción con escenas descarnadas. Pero para los amantes de este tipo de cine de acción, como es mi caso, y específicamente acción oriental, es imprescindible.