No sé si recomendar la serie, no estoy seguro de que me haya gustado tanto como para hacerlo. Cuando comencé me dio la impresión de haber sido pensada como si el autor de la novela homónima, el californiano Jay Asher en la que se basa la serie, hubiera escrito más que un relato, un libro de autoayuda para los padres que han perdido un hijo por suicidio y ayudarles a afrontar sus vidas a partir del trágico momento.

Es un hecho que a pesar de lo dicho, vi la serie de un tirón, lo que de algún modo quiere decir que me enganchó. Además, a medida que me familiarizaba con los personajes iba cambiando de opinión, creo que no ha sido un libro escrito para padres sino para esos hombres y mujeres aún inmaduros que son los adolescentes de los últimos cursos de bachillerato. Por otra parte, por lo que pude averiguar del escritor ha publicado otras obras para jóvenes, y en este trabajo, de alguna manera, plantea situaciones con bastante realismo que se pueden dar en cualquier instituto y no solo en EEUU, aquí también porque las relaciones entre adolescentes y entre éstos y sus padres siempre ha sido complicadas y tortuosas, antes y ahora.

Para mí, el “bulling” existió siempre, yo también lo sufrí y duramente, lo que pasa que no se utilizaba ese palabro para definirlo y además no todo el mundo entiende el acoso de la misma forma, el mismo hecho es fácil de superar por algunos mientras que para otros es una montaña inalcanzable. Hay jóvenes adolescentes que han sido violadas y no lo ven como tal porque para poder seguir viviendo con ello se engañan así mismas, que si fui demasiado lejos, que si había bebido, que la fiesta no era la adecuada, iba demasiado provocativa, etc.., y en la mayoría de los casos el delito queda impune.

No voy a hacer spoiler, bastante hace la “Wikipedia” y por ello voy a evitar comentar detalles, pero sí diré que yo recomendaría que esta serie fuera recomendada a chicos y chicas en el momento de ingresar en el instituto, en el primer curso.

Y terminaré con un pensamiento del filósofo español George Santayana : “No hay una cura para el nacimiento y la muerte, excepto disfrutar lo que hay de por medio”