‘Los Hamilton’ es una pequeña producción ligeramente interesante. Vamos por partes. Estamos ante una nueva vuelta de tuerca al género de psicópatas, asesinos en serie y personas directamente perturbadas. Así conocemos a una familia de cuatro hermanos que en apariencia son perfectos pero que esconden cierta atracción por la sangre, la tortura y que ocultan algo salvaje en el sótano. Hasta ahí nada nuevo bajo el sol. Sin embargo, la historia nos depara un desenlace no del todo previsible, que funciona y compacta los 80 minutos de metraje y que sin duda es lo mejor de toda la película. Antes de todo eso, el espectador acudirá a un relato confuso y en cierto modo tramposo ya que ni existe terror, ni suspense, ni sangre, ni sustos. De esa forma, la sangre, vísceras o muertes son aquí mostradas fuera de plano en detrimento de mucho conflicto interior, pasiones descontroladas y la lealtad a la familia. Y es que el director está más preocupado por mostrarnos los problemas de tal peculiar familia y cómo llevan esta doble vida que tienen. En ese punto el film puede resultar decepcionante ya que su guión no cuenta con la suficiente garra o chispa para mantener el interés y en ocasiones se hace bastante pesada y aburrida. Parece que estemos invitados a conocer un fragmento de la vida de ‘Los Hamilton’ sin inicio y desenlace concreto, más cercano a un episodio piloto de una serie televisiva. Tampoco ayuda una puesta en escena con un aire a tv movie de sobremesa, una fotografía bastante pobre y unos actores de rebajas. Además, el montaje es horroroso lleno de cortes repentinos, mucha mezcla de secuencias borrosas y un abuso considerable de los fundidos en negro. Al final, la experiencia se torna agridulce, pero al menos se ve cierta intención de hacer algo diferente y mostrarnos que todo el mundo tiene su corazoncito. En definitiva, podría haber sido mejor, pero también peor. Pasable.