Ya está. Todo elemento tecnológico puede matar. Tras niñas atormentadas de grandes cabellos saliendo de televisiones, atemorizando a través del móvil y de Internet, quedaba por explotar el tema de los videojuegos. Así nos encontramos con una cinta convencional totalmente desaprovechada. El argumento es tan simple como que existe un videojuego que si juegas y mueres en él, mueres en la realidad. Sin embargo, han creado un guión bastante mediocre que podía haber dado mucho más de sí. Que se le va a hacer. Las reglas del juego van y vienen como pelotas de tenis, la figura malvada sigue siendo un misterio porque a día de hoy no sé cuál era su problema y porque ha vuelto del infierno en forma de juego de consola, el suspense es escaso por no decir nulo y no inquietará a nadie mayor de diez años, las escenas gore están mal hechas llenas de tonos grises y desenfocados que realmente no sé que fin tienen y los actores tampoco ponen demasiado entusiasmo. Por supuesto no faltan las casi obligadas subidas de volumen o los ruidos chirriantes y mucho flashback y trucos de imagen de esos que se aprenden con el photoshop. Por cierto, por la peli se pasea Frankie Muniz, el chico de ‘Malcolm’, del que tengo que anotar que parece que no crece y no sólo interpretativamente. Pues nada, prescindible y monótona.

Lo mejor: El videojuego.
Lo peor: El guión se va contradiciendo a sí mismo una y otra vez.