En la trama se nos presenta un problema a modo de dicotomía. Es decir, o hay fantasmas o espíritus por todos lados visibles e invisibles, o, por el contrario, la pobre Ariadna está mal de la azotea. Con una trama así caben al menos tres posibles desenlaces: el primero, que confirme que hay fantasmas (un final ilógico y dicifil), el segundo, que confirme que Ariadna es esquizofrénica (un final lógico pero muy facilón), y un tercero, en plan giro inesperado, que resuelva la trama sin ninguna de las dos anteriores soluciones.

Pues aquí los guionistas van a lo fácil, pobre Ariadna. Si a eso añades demasiadas referencias a otras películas muy conocidas (Ariadna en la cama diciendo "a veces veo cosas que los demás no veis" (el sexo sentido) Mollá tirando una puerta con un mazo (El resplandor), la protagonista corriendo con muy poca maña para manejar un cuchillo (como Shelly Duvall de nuevo en El resplandor), golpes por encima del techo (Los otros), etc..) Pues nos queda una pelicula que no convence en absoluto.

Las interpretaciones: Ariadna bien, Mollá muy mal, no hay quien se lo crea.