Considerando lo que podríamos esperar luego de leer la sinopsis, “Hanna” resulta en un film inesperado, sorprendente y extravagante en todos los niveles: contenido, modalidad y montaje.
En el nivel de los contenidos vamos a encontrar una temática central relacionada con aquella planteada en la saga “The Bourne Identity”, claro que es más impresionante ver a una niña que a Matt Damon con esta habilidad para matar. Dicha temática tiene que ver, por un lado, con un programa secreto de la CIA destinado a crear soldados genéticamente mejorados y, por otro, encontraremos figuras como la necesidad de libertad y la idea de lo normal y lo anormal. Todo esto en una trama llena de arquetipos propios de los films de conspiración y de acción.
Entre varias claves, hay un interés particular por la idea de las emociones de la música como contrapunto de este proyecto de crear humanos superiores. La locación central elegida y la nacionalidad del personaje Hanna no parecen ser casuales, sino más bien con la idea de remitir a las políticas raciales de la Alemania nazi y la filosofía de la eugenesia.
Finalmente, se puede destacar la construcción del personaje principal. Inicialmente desarrollado a partir de indicios que dan cuenta de su habilidad fuera de lo común, su frialdad y sus inquietudes, y luego contrapuesto con las emociones que le despiertan la amistad y la familia. A lo largo de todo el film se van reforzando estas dos facetas y genera, junto con una actuación de muy alto nivel de Ronan, un personaje atractivo e interesante (símil al éxito de Jason Bourne).
La modalidad adoptada por el director para Hanna dista bastante de aquella que podemos observar en su filmografía, parece despegarse bastante del cine clásico.
Una modalidad mucho más independiente de los contenidos que en sus otras películas, donde muchas veces se saca a la luz la propia naturaleza de las imágenes. La composición fotográfica adopta una perspectiva sumamente artificial y la musicalización, de la mano de The Chemical Brothers, tiene un acompañamiento frenético y de falso realismo que le dan excentricidad.
El último nivel, la puesta en serie, es el más exaltado. Si bien aparece en pantalla un universo compacto, fluido homogéneo y fácilmente reconocible (propio del cine clásico), también hay que decir que el montaje muestra sus manipulaciones y se siente orgulloso de ellas. El uso de algunos planos secuencia algo extensos en persecuciones es algo no muchas veces visto, y menos con la audacia y el ritmo que tienen en este film.
Como conclusión, me quedo con un montaje exuberante, una artificiosidad atractiva y un personaje hipnótico. Muy recomendable.