Cabe aclararlo de entrada, antes de que las reseñas, textos críticos y opiniones confundan al espectador, pese a su propuesta, ‘Cesar debe morir’ es cine: utiliza la técnica específica del séptimo arte y puede ser descrita mediante su lenguaje específico. Se trata de un interesante proyecto cinematográfico de hora y pico (poco más que un mediometraje) que mezcla los conceptos de ficción y realidad, y combina las apariencias del teatro y del cine. Ficción, sin ser la ficción convencional a la que estamos acostumbrados. Realidad, sin acudir a un solo plano de registro de tipo documental. Sin embargo, se trata de un film que no tiene, estrictamente hablando, “personajes”, sino que son los propios protagonistas de la historia verídica los que lo protagonizan. A su vez, sin ser un documental, actúa desde la ficción como un “documento” audiovisual de los ensayos y la performance de un grupo de reclusos italianos en el marco de los talleres teatrales de la cárcel romana de Rebibbia, en una obra teatral dirigida por Fabio Cavalli (también, “actuando” de él mismo), el cual realiza una adaptación libre de la obra de Shakespeare ‘Julio César’.

“Desde que he conocido el arte, mi celda se ha convertido en una cárcel” (Cosimo Rega). ‘Cesare deve morire’ habla sobre el poder del arte y la posibilidad de utilizarlo como herramienta dentro de un programa de reinserción social. Habla sobre su poder transformador y, sobre todo, “transportador” hacia otros lugares físicamente inalcanzables para quienes están, en este caso, privados de la libertad. Por otro lado, el film apela a la universalidad (notar que Cavalli deja que los reclusos digan sus líneas en el dialecto que les es familiar) y vigencia de la obra de Shakespeare para trazar una especie de paralelismo entre las líneas del texto (que hablan de tiranía, traición, conspiración, honor) y la cotidianeidad de los reclusos.

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