A veces, cuando es posible, es interesante considerar el nivel de atención del espectador cuando éste se encuentra en la comodidad y libertad de su hogar, y bajo la tentación y distracción de un montón de cosas que no están al alcance en una sala de cine. En este sentido, la (de por sí, exagerada) duración de ‘Cloud Atlas’ puede extenderse varias horas con el botón de pausa del control remoto o la barra espaciadora del teclado. Y es que el relato pretensioso de los hermanos Wachowski (trilogía ‘Matrix’) y Tom Tykwer (‘Corre Lola, corre’) es agotador desde el inicio, con tantas historias paralelas en tiempos y lugares distintos y con variados personajes interpretados por los mismos actores. Hay un cúmulo de información y escenarios que parece exceder lo que necesitaba la historia, cuya idea de universo conectado y vidas pasadas tipo Brian Weiss era lo suficientemente atractiva como para evitar la sofocación.

Aún fatigado, rescato varias cosas de la película: la bellísima fotografía de algunos planos y los efectos especiales, la incomodidad de un cierto gore que no se corresponde demasiado con la tonalidad del film y un reparto de muy buen nivel. En lo narrativo, rescato la oposición entre la linealidad y la bipolaridad de ciertos personajes interpretados por un mismo actor a través de las distintas historias. Por ejemplo, los personajes que interpreta Tom Hanks, casi una “evolución” uno de otro gracias a esos “actos de amabilidad” y lucha contra el mismo diablo. Por oposición, los personajes de Hugo Weaving (el Agente Smith de ‘Matrix’) y Hugh Grant siempre son villanos, así como los personajes de Jim Sturges y Hale Berry siempre buenos.

‘Cloud Atlas’ hubiese sido una gran película sin tantas pretensiones de serlo. La búsqueda del relato grandilocuente termina por fatigar al espectador, que al menos disfrutó de algunas potentes imágenes y de una visión del universo que siempre es atractiva para fantasear. El presupuesto de cien millones de dólares que la convirtieron en una de las películas independientes más caras de la historia no es proporcional a su calidad.

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