A veces me pregunto qué clase de hechizo es el que tiene esta película. La última vez que la vi recuperé una hipnosis que hacía mucho no sentía y que se remite más bien a esos filmes de igual calidad que uno llega a amar desde el inicio. Usualmente esos filmes se convierten en nuestros propios clásicos. Lo mejor es que también llegan a serlo para muchas otras personas.
Predator es una película mágica, y no es una especie de película fantástica a lo Hobbit o Narnia, lejos de ello. La magia de Predator está en dejarnos ver en silencio la batalla de un hombre, un combate sin igual en el que es seguramente uno de los mejores personajes de Arnold: Dutch.
Pasa el tiempo y este filme sigue siendo tan bueno y hasta mejor. No tiene tantos efectos como los que hoy nos sorprenden, más bien apela al talento de unos fuegos artificiales bien puestos y a otro hombre con un súper traje, el desaparecido Kevin Peter Hall.
Creo que, como yo, ya muchos hemos perdido la cuenta de las veces que disfrutamos este filme. Así incluso lo hacen en How I Met Your Mother... Espero algunos entiendan de lo que hablo cuando allí hacen referencia a Predator.
Y así seguimos disfrutando el cine...