El talento actoral de Guillermo Francella es innegable y también la elección de malos proyectos, como este. Al menos logra salirse con la suya dándole besos en el cuello y en la boca a la bellísima Julieta Díaz. Sin embargo, en cuanto a la contextura del filme, el pobre se va desdibujando por una cursilería tipo Hollywood sin dejar ni siquiera huella de lo que en un principio pareció ser una irreverente comedia romántica. Ni comedia, ni romántica. Tenemos aquí un drama bastante pobre en el que la superación técnica al hacer empequeñecer a un hombre para hacérnoslo creer un enano es sólo la nota curiosa para hablar de discriminación. Irónica discriminación que hayan hecho enano a un actor en lugar de buscar un actor enano. Estoy lejos de pensar Peter Dinklage sea el único que se pueda convocar. Y a propósito de Dincklage y sus personajes en el cine: gracias a él se hace increíble el dramón de León Godoy.