La ficción se encarga de colarse en cada uno de los entresijos que abre la realidad. Un bosque ha sido, entre los muchos alicientes de la naturaleza, el espacio para especular sobre el bien y sobre el mal, sobre nuestros orígenes y nuestras dependencias. Por ello, aquí el bosque es un lugar en el que puede ocurrir de todo y, efectivamente, ocurre de todo.
Epic es una película de animación que juega con la interpretación de la vida allá en el bosque y que honra las virtudes de la naturaleza casi con la misma mística de un Fibonacci. Asistimos a un espectacular viaje en el que las aves toman su partido ante seres que brindan belleza y amargura a los encantos naturales. He de recordar que la naturaleza muerta también tiene su propio encanto y una forma de ser que reivindica el continuo contacto con el cese de la vida.
La trama, sin embargo, no se sale de los lineamientos clásicos. A veces hasta parece semejante a Querida encogí a los niños y otras veces a Avatar. Ello no la malogra, pero no oculta la sensación de que una ya ha visto esta historia varias veces.