A medio camino entre los sketches y la comedia de trama, A Million Ways to Die in the West es una parodia de las películas de vaqueros que tanto llegaron a gustarnos y en las que la hombría se ponía de manifiesto en duelos que parecían rituales de despedida para los cobardes. El resultado ha sido de mi agrado, con todo lo bizarro y grotesco que se puede esperar de Seth MacFarlane, lo que podría caber para decir que su comicidad raya en el mal gusto, en lo ordinario, en lo ramplón. Sin embargo, esto no le resta la risa a algunos de sus más finísimos "disparos".
A quien me da más gusto encontrar en el filme es a Neil Patrick Harris: ¡vaya papel el que se hace este actor! sus intervenciones le conceden a la película una particular forma de ironía y burla ante todo lo que su cuna podía ser. Y otra pareja que llevó la batuta, más incluso que Neeson Theron, ha sido la de Ribisi-Silverman, como para despertar al enamorado que todo hombre lleva adentro.