Valérie Donzelli y su pareja, Jérémie Elkaïm, han logrado una buena película. Sin temor a parecer efectistas se han atrevido a insertarse en su drama como pareja y como padres para brindar al mundo una lección de vida llena de alegría y de lucha. El filme pudo habérseles salido de las manos, como la vida misma, pero la pareja logra pernear la retina y la imaginación para mostrar de qué está hecha la existencia, el amor, la vida cotidiana, la entrega y hasta el dolor. Todo este conjunto enmarcado en una irrefrenable esperanza.
No sé cómo se podrá tomar esta película sin tener en cuenta que son sus mismos protagonistas los seres que han pasado por aquella "declaración de guerra". Esa duda me hace pensar que, muchas veces, el valor testimonial tiene un peso superior al que uno con justeza podría darle. Como este filme mezcla la vida misma con lo que hace bello al cine, sacudir la vida, entonces uno solo puede discurrir que las dos instancias han logrado cautivar y enamorar de la vida y de la historia.