Estamos acostumbrados a que el género del terror en la actualidad se limite a matanzas que carecen de lógica, muertes previsibles y estúpidas, sustos facilones y gore, mucho gore. Es algo que vende, sobre todo entre el público adolescente (¿quién no ha ido al cine un sábado por la tarde con los colegas a atiborrase de palomitas mientras ve una carnicería del estilo de las de "Saw"?). Un género que se ha convertido en algo puramente comercial.
Por eso, es complicado encontrar una película de miedo del siglo XXI que sorprenda, mantenga en vilo, guste y, encima, te haga pasar un mal rato. Todo a la vez.
"Destino final" tiene un guión muy bueno, una trama interesante, intrigante y que te hace chillar o dar un respingo en el momento adecuado, situaciones que te hacen mirara fijamente a la pantalla intentando averiguar qué pasará o cuál será la próxima muerte, y un reparto que convence (desde luego, el protagonista es expresivo a más no poder y el resto de adolescentes están completamente metidos en su papel). Ingredientes sublimes que hacen que el filme funcione, y lo más importante, que dé miedo.