Más allá de que su estética y su factura remitan de manera inequívoca a la época de su realización, asombra ver cómo una propuesta de relato político universal de este corte sigue manteniendo, casi cincuenta años después de su estreno, una vigencia y una actualidad que nos tendrían que hacer reflexionar acerca del proceso involutivo que, en materia de derechos y libertades, está viviendo la 'avanzadilla del mundo libre' (usada sea la expresión con todos los matices que cada cual quiera añadirle...) que, hasta ahora, venia constituyendo el conjunto de las potencias de occidente.

Las situaciones que sustentan el armazón argumental de la cinta son totalmente reconocibles en mil y un episodios que aparecen en la prensa internacional, hoy aquí, mañana allá, y ofrecen un retrato tan demoledor como desesperanzado de las posibilidades reales de combate contra la corrupción y la podredumbre institucionalizadas y convertidas en pilares y sustento de una maquinaria estatal cuyo único objeto es su propia manutención, a su propio servicio y al de los intereses de las oligarquías dominantes que las colocan en la situación que ocupan.

Si cabe ponerle algún pero a la película, desde un punto de vista de la urdimbre de la narración, es el de que una posible subtrama personal, basada en la relación entre el protagonista y su esposa, de la que apenas se llegan a ofrecer algunos atisbos, no cobra el vuelo que cabía esperar, y que hubiera servido para aligerar en alguna medida la densidad que otorga al film su texto político; pero es tal el peso y la intensidad de esa lectura política, que también cabe pensar que es una sabia decisión del autor no introducir elementos de 'distracción' respecto a la misma.

Una propuesta, en suma, muy recomendable y de plena vigencia temática.