Acudí a ver la película por dos razones principales: el mítico transiberiano, que es una de mis grandes ilusiones desde la juventud, y el enigmático Ben Kingsley, al que suelo seguir en todos sus trabajos desde Gandhi (1982).
La película está bien tramada, correctamente dirigida, pero esperaba más intensidad y detenimiento en los paisajes, más planos del recorrido, las culturas y las gentes de un itinerario variopinto e interesante, por algo se desarrolla en más de 8000 km, entre Pekín y Moscú. La escena del cambio de bogies en la frontera chino-rusa, la liquidan en apenas un minuto, tal vez hubiera merecido la pena mostrar al espectador algo de los trabajos mecánicos, y la desesperación de los viajeros ante los trámites aduaneros que suelen durar varias horas, en definitiva echo de menos más recreación en los detalles de viaje, o acaso el título no es un reclamo para amantes de la aventura...

El reparto funciona bien, la protagonista femenina cumple con creces y respecto a Noriega, correcto, gracias a que el director ha tenido la precaución de tejer la película sin escenas junto a Kingsley, que lo hubiera fagocitado instantáneamente.

En resúmen, si esperas conocer algo más del transiberiano, porque es un tema que te fascina, quedarás decepcionado, si quieres ver una película interesante, enretenida sin más y con el gigante Kingsley haciendo de las suyas, ve a verla o alquílala.