Una de mis películas favoritas desde que la vi de chaval. Puede que de esta película me venga mi natural tendencia al optimismo y a creer que to er mundo es bueno.

Disfruto mucho de la escena del filibusterismo en el que bloquea el senado para conseguir vencer a la maquinaria. Puro David contra Goliath y James Stewart aparece tan frágil y a la vez tan fuerte que es muy difícil no identificarse con el. Como te identificas cuando alucinan como le mienten y traicionan a la cara los que, hasta llegar a Washington, le parecían las personas más honorables del mundo. Te sientes muy identificado en ese choque contra la realidad contra la verdad detrás de la fachada. Esta película y El Reino de Rodrigo Sorogoyen te hace ver, con 50 años de diferencia, que el mangoneo ha existido, existe y, desgraciadamente existirá y que la clase política es muy difícil que sea amada por la población salvo en el periodo de elegirla en la que la ilusión te embarga hasta que llega la decepción.

Curioso como el senado es una reproducción exacta de estudio.

Un tanto sobreactuado James Stewart, pero le pega al papel.