La historia es muy buena, un poco trillada pero funcional. Si uno ve la serie sin más pretensiones seguro que se divertirá y pasará horas de entretenimiento agradable, pero si raspamos un poquito la pintura y vemos lo que hay debajo, ahí no pinta muy bien el asunto. Lo malo es la poca credibilidad de los personajes. Por un lado tenemos a la doctora Brenan, una mujer con una especie de síndrome antisocial que trata mal a todo el mundo pero a pesar de ello todos la quieren. Es raro. Por el otro lado tenemos a Seeley Booth, un cavernícola más bruto que un palo pero que resulta ser uno de los mejores agentes del FBI. Muy raro. También está Ángela Montenegro, una bohemia pintora cuya principal prioridad es irse de fiesta, pero resulta que a pesar de que se la pasa tirada en un sillón tomando vino, además de pintar también es una consumada hacker, diseña sofisticados programas informáticos y avanzadas herramientas digitales que usa para recrear escenarios de crímenes. Mas raro todavía. ¿En que tiempo del día hace todo eso? No se sabe. Y así con la mayoría de los personajes. En fin, el conjunto es bueno en sí, pero hay que hacer mucho la vista gorda para creerse la forma en que los personajes interactúan con los demás y con el resto de la sociedad.