Película aclamada sin ningún mérito a parte de mostrar una historia vacía y repleta de sentimentalismos de feria, copia exacta de Mentes Peligrosas, pero acercándose aún más al límite del patetismo. A esto se le debe sumar la actuación de una Hilary Swank bastante empalagosa, para variar; una actriz que si no está dirigida por un buen director no da nada de sí. Y Richard LaGravenese no es precisamente un buen director; un claro ejemplo de esta afirmación es la historia sosa y mal conducida, encumbrada por pequeños y tristes planos bastante pobres.

Revisando a los actores me doy cuenta de que los tres principales actores son los que menos soporto: Hilary Swank, que lo máximo a lo que aspira con esa cara es a ser boxeadora y no emocionar a alguien como pretende en esta película, y menos tal y como lo pretende hacer el director, con tediosas escenitas de orquestral banda sonora; luego está Patrick Dempsey, el actor protagonista de una gran serie de médicos y Scott Glenn, ese actor que siempre está de extra en las películas de soldados redimidos americanas; preferiblemente en un bar oscuro y con poca luz.

Triste, penosa. Intenta llegar a ser una obra poderosa y se queda a medias, le falla el acelerador. Quizás sera porque este es el género que más odio de todos los que hay.