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España España · hell city
Voto de voodooshoock:
10
Comedia. Romance Un pobre vagabundo (Charles Chaplin) pasa mil y un avatares para conseguir dinero y ayudar a una florista ciega (Virginia Cherrill) de la que se ha enamorado. (FILMAFFINITY)
5 de agosto de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1928, Charles Chaplin, convencido de que la facultad de hablar que acababa de adquirir el cine no era una moda pasajera, decidió detener temporalmente la realización de su última película y se sumió en un período de reflexión sobre la situación en que tal circunstancia dejaba a un proyecto cinematográfico que él mismo había financiado. Aunque la versión definitiva de "Luces de la ciudad" -estrenada finalmente en 1931- contaba con el añadido de una banda sonora realizada por el propio Chaplin y de algunos efectos sonoros, en lo sustancial seguía siendo una película muda que se estrenaba cuando corría ya el quinto año de la era del sonoro. Se trató sin duda de una apuesta arriesgada, pero el simple hecho de venir rubricada por Chaplin bastó para que despertara un inmenso interés entre el público; como atestigua el hecho de que, entre los asistentes a su estreno, se encontraron personajes como Winston Churchill, George Bernard Shaw o el propio Eisenstein, que no pudo contener las lágrimas durante la proyección. El caluroso recibimiento inicial por parte de un público que ya comenzaba a sentir nostalgia por las glorias del pasado mudo del cine fue un buen augurio y, a finales de aquel mismo año, la película figuraba ya entre las cinco más taquilleras. Ocho décadas después sigue siendo una de las películas de Chaplin más apreciadas por el público de todo el mundo.

A diferencia de lo que ocurre con figuras como D. W. Griffith o F. W. Murnau, Chaplin nunca se caracterizó por sus innovaciones formales, y el hecho de que en esta película se concentre casi exclusivamente en su pericia para la pantomima y en el encanto que desprende su emblemático personaje, demuestra que la esencia de su arte reside en la actuación ante las cámaras y, por lo tanto, trasciende las innovaciones técnicas del momento. Su sencillo argumento ofrece un amplio margen para pasar de la más pura comedia a la tragedia más lacrimógena, sobre todo, contando con un Chaplin que, en esta película, consigue alcanzar la cumbre de la sutilidad expresiva. En su ensayo de 1949, La gran época de la comedia, el crítico y guionista James Agee se sintió impulsado a escribir lo siguiente sobre el emotivo encuentro final entre el vagabundo y la florista: "Contemplar esa escena hace que a uno se le encoja el corazón, pero es que, además, es la más grandiosa actuación que se haya visto nunca en una pantalla y una de las cumbres de la historia del cine".

FUENTE: http://voodooshoock.blogspot.com
voodooshoock
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