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España España · Zaragoza
Voto de Paco Ortega:
9
Drama. Cine negro La fría y calculadora esposa del propietario de una plantación de caucho en Malasia asesina a un hombre, supuestamente en defensa propia. Pero, de repente, aparece una comprometedora carta cuyo contenido echa por tierra la versión de los hechos de la protagonista. (FILMAFFINITY)
11 de enero de 2009
27 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película, dirigida en 1940 por William Wyler, roza la perfección. Todos sus componentes –guión, fotografía, actores y dirección-, están a una enorme altura, y componen un puzzle armónico y extraordinariamente convincente. Todo ello para vehicular una historia compleja, en donde adivinamos varios niveles de lectura. En cualquier caso, sería muy recomendable que la vieran cuantos principiantes sientan el deseo de dedicarse a este maravilloso lenguaje porque no hay plano gratuito, no hay frase que sobre, o no hay gesto que nos desvíe de su sentido profundo.

Pido perdón por este comienzo a caballo entre el paternalismo y la profunda admiración a un trabajo bien hecho, maravillosamente hecho, porque creo que nos encontramos con una de las cimas del séptimo arte, que ha sido bien valorada siempre por la mayoría de los críticos a lo largo de estas siete décadas, los mismos que, sin embargo, han puesto las cimas en otros títulos en mi opinión menos valiosos.

La interpretación es sencillamente prodigiosa. Bette Davis, Herbert Marshall y James Stephenson componen unos personajes complejos, que luchan entre sus sentimientos y su raciocinio, entre sus pasiones y sus papeles sociales. Lo hacen con contención e intensidad, sabiamente dirigidos por un profesional exigente y que en todo momento quiere contar lo que quiere contar y no otra cosa.

Hay momentos en donde el ambiente que crean sus miradas y sus acciones se podría cortar con un estilete.

El final es previsible, el desastre está prácticamente anunciado, pero es tal el nivel de coherencia en los comportamientos de los personajes principales que eso, en lugar de ser un demérito, es una de las mejores virtudes. Al final, el sentimiento de culpa, aliado con un concepto de la justicia que ralla con la venganza, hace que los acontecimientos se precipiten hacia el peor de los finales posibles y que en nuestro interior sintamos una contenida emoción.

La fotografía es irreprochable, de una gran belleza estética y de un simbolismo extremadamente convincente. Todo está cuidado para contar una historia que no pierde el interés en ningún momento y que no renuncia a adentrarnos en la dudosa materia de la que está formado nuestro interior, tanto en su aspecto emocional como en el de los valores éticos. El trabajo de los actores, como digo, hacen transparente la contradicción que en muchas ocasiones nos encontramos entre los diferentes planos que conforman nuestra realidad como seres humanos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Paco Ortega
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