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España España · Zaragoza
Voto de Paco Ortega:
9
Cine negro. Intriga. Thriller En la ciudad de Los Angeles un agente de una compañía de seguros (Fred MacMurray) y una cliente (Bárbara Stanwyck) traman asesinar al marido de esta última para así cobrar un cuantioso y falso seguro de accidentes. Todo se complica cuando entra en acción Barton Keyes (Edward G. Robinson), investigador de la empresa de seguros. (FILMAFFINITY)
24 de diciembre de 2008
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ver una y otra vez esta película es un ejercicio de aprendizaje de las líneas maestras del cine negro, y seguramente del cine en general. Todo en ella es una lección, y la prueba es que la intriga y el desarrollo argumental siguen atrapándonos de principio a fin cuarenta y cuatro años después de que se rodara. Es de las obras cinematográficas que no se pueden ver en dos veces, hay que continuar hasta el final, sabiendo de antemano cuál va a ser precisamente ese final.

Esta obra de arte parte de un magnífico guión, que maneja los tiempos a la perfección. Ese guión está escrito por el propio Billy Wilder junto a Raymond Chandler, a partir de la novela de James M. Camin, y no es una pieza instrumental sin más, sino una auténtica dramaturgia. Los diálogos son jugosos y cada escena forma parte de un puzzle impecablemente trazado para conducir y desarrollar la acción. El recurso narrativo de la confesión del culpable funciona a la perfección desde el primer minuto en manos de un director con poca experiencia -era la cuarta película de Wilder-, pero con un talento sencillamente inigualable y que iría demostrando a lo largo de una carrera con escasos altibajos.

Todo es deslumbrante y a la vez conciso: la fotografía, los encuadres y la banda sonora, discreta pero eficaz. Hay en la película mucho de lo aprendido por el joven director de su maestro Ernest Lubistch, y también del mejor cine europeo. Esto es apreciable también en el trabajo con los actores, que encajan a la perfección en este contexto y construyen unos personajes extremadamente creíbles. El trío protagonista –Fred MacMurray, Bárbara Stanwyck y Edward G. Robinson-, realiza un trabajo minucioso, contenido, y lleno de matices.

No puedo evitar comparar este cine con el que ahora vemos habitualmente en las pantallas y que se supone continuador del mismo género. Aquí no hay nada superfluo o de arbitrario, no hay mayores concesiones a la galería. Por el contrario, se le pide al espectador un ejercicio de activa complicidad y de atención inteligente, presentándole unas imágenes que vehiculan a la perfección un contenido dramático sencillamente maravilloso.
Paco Ortega
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