No he visto la ópera prima de Jared Hess, Napoleón Dynamite, una peli de culto producida por la MTV que gustó a un buen sector friki de los Estados Unidos, aunque en España apenas se supo nada de ella. Super Nacho ha llegado a más gente (producida por Nickelodeon) al ser una peli más cómica y más infantil.

El resultado no está mal del todo. No es una gran peli y el guión a menudo se embarulla en situaciones absurdas de las que parece no saber salir. Pero en general termina por gustarte este perdedor simpático con hábitos de monje y mallas de luchador mexicano. Yo creo que lo mejor de la película son dos cosas: Una es la actuación de Jack Black. Este actor ya había demostrado varias veces que puede ser un cómico de primera pero también un cómico del estilo más pedorrante del cine americano. Aquí hace una buena mezcla de ambos estilos. Muchos verán que Black gesticula y sobreactúa. Pero en esta historia de excesos no puedes pedir actuaciones con moderación interpretativa. Black está genial hasta en las escenas más serias (que por narices terminas por reírte de lo intencionadamente forzadas que están). Lo segundo destacable es el estilo. Tiene un estilo muy peculiar, muy hispano, donde a veces los colores y la ambientación dicen mucho más que unas palabras. Esto hace que Super Nacho tenga una fotografía extraña que roza por momentos el desenfoque pero que en verdad dan matices a este mundo de surrealismo de conventos y rings.

Lo peor de la película es la irregularidad del guión. Una historia que se basa en la sucesión de gags puede terminar por resultar cansina si no se enlaza bien cada número cómico. Hess en ocasiones los apelotona todos de golpe provocando cierta incertidumbre en la historia y cierto dolor de cabeza en los espectadores. Esto está claro que lo hace por lo vacío del guión, que apenas duraría 25 min. de un corto en situaciones normales. Las actuaciones quitando la de Jack Black tampoco son para tirar cohetes. Solo Héctor Jiménez (verdaderamente un Esqueleto Viviente) está a la altura del cómico norteamericano mientras la bella Ana de la Reguera no es más que un adorno más de la película. Pero tampoco hay que pedir más a una historia hecha para los niños, con una moralina clara y directa: los sueños solo se cumplen si lo crees de corazón.

En fín, no es una gran historia para pasar a la posteridad pero yo me he reído con este luchador monje que duerme con un pijama con chorreras.