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España España · Cines Astoria Alicante
Voto de Bloomsday:
8
Drama Dinamarca, 1623. En plena caza de brujas, Absalom, un viejo sacerdote, promete a una mujer condenada a muerte que salvará a su hija Anne de la hoguera si la joven accede a casarse con él. Según la ley, las descendientes de las brujas también deben arder en una pira. Meret, la anciana madre de Absalom, desaprueba desde el principio el matrimonio. Cuando Martin, el hijo de Absalom, regresa a casa para conocer a su madrastra, se enamorará ... [+]
22 de diciembre de 2008
58 de 69 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si ya en Vampyr se le brindó a Dreyer la posibilidad de rodar gracias a un duque, conde o barón, o lo que fuere, con ambiciones interpretativas, antes de empezar esta Dies Irae las expectativas de trabajo no eran mucho más halagüeñas (el compromiso artístico de Dreyer le hacía complicado encajar en una industria cinematográfica danesa interesada en productos comerciales, tenía también el estigma de director de cine exclusivamente mudo y, por si fuera poco, hubo de afrontar el parón sufrido por Dinamarca en su producción de films durante la II GM.

Todas estas dificultades, unidas a la fama de Dreyer (considerado un cineasta "conflictivo", que no respetaba presupuestos ni plazos), le obligaron rebajar sus pretensiones ofreciendo un film algo más asequible o, al menos, más adecuado a las convenciones narrativas imperantes. Eso se observa claramente en una tendencia hacia cierto apaciguamiento en sus imágenes; así, el montaje como instrumento narrativo de primer orden que había sido carta de presentación en su época muda, ese recurso a un tipo de plano analítico de profundísima capacidad introspectiva (que incide en unas interpretaciones en las que el conflicto late subrepticiamente en el fondo de las personalidades), deja sitio a la calma de un plano secuencia cada vez más dilatado, que habría de desembocar en películas como Ordet y Gertrud (auténticos tratados dreyerianos sobre la continuidad de las situaciones mediante planos largos, en contraposición a Juana de Arco y su definitivo festín de caligrafía visual a través del montaje).

La perspectiva deja de ser tan aceradamente subjetiva apareciendo un narrador-observador en indiscutible 3ª persona, lo que le permitió apurar las posibilidades que este punto de vista, más convencional si se quiere, ofrecía, dando ya pistas de su preocupación por el movimiento de personajes paseando por el plano, el contraste luminoso, el fuera de campo...

Al final, en Dies Irae lo que queda es una historia oscura, pesimista, que coloca el sentimiento del amor en la picota desnudándolo indefenso frente al poder, el latigazo del miedo y la desconfianza, y el entorno intolerante definido como un monstruo enorme que constriñe irracionalmente. Descarnada también en su visión de la religión, la película bien puede tomarse, ya se comenta por ahí, como alegoría de la ocupación nazi. No parece descabellado, pero todo eso es cosa ya de cada uno; la cuestión es que la cinta no deja de tener miga, sea la que sea, en su forma (como punto de inflexión en el desarrollo de la pureza del estilo "sonoro" del danés) y en su fondo (con una historia de muchos grises y sin extremos en su planteamiento, ya lo han comentado otros usuarios, con ricas posibilidades a la hora de la interpretación y el análisis).

Después de semejante crítica, sólo me resta añadir: "Gromenauer". Creo que en esta opinión es donde mejor va a encajar esa palabra que siempre quise escribir en FA.
Bloomsday
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