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España España · Cines Astoria Alicante
Voto de Bloomsday:
7
Drama En un accidente de coche, Julie pierde a su marido Patrice, un prestigioso compositor, y a su hija Anna. Al recuperarse de sus lesiones, decide comenzar una nueva vida, independiente, solitaria y anónima, alejada de los privilegios que antes disfrutaba. Olivier, el ayudante de Patrice, intenta sacarla de su aislamiento. Olivier está enamorado de ella desde hace muchos años y acaba convenciéndola para que termine el «Concierto para ... [+]
2 de marzo de 2009
42 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
Insistentemente, en la estudiada realización de Kieslowski, la película toma vida a través de estudiados ángulos admonitorios (el aceite resbalando); avanza por los primeros planos donde nos duele el dolor (planos de aguda intensidad subjetiva en el hospital), la desesperación,
o la búsqueda de algo que sentir (el dolor físico que te hace sentir vivo); en la música está el marido y el pasado azul de una hija cuyo recuerdo se materializa en las lágrimas geométricas de una piscina… Sin aviso previo surge el recuerdo, un instante también rastreado por el polaco, que te aleja del mundo en el espasmo de un coro que da paso a un fundido a negro que detiene el tiempo.

Kieslowski se entretiene en esos detalles, de fácil simbología, que consiguen el efecto preciso de crear un vínculo con el espectador, una concatenación que no sólo se recrea en el hallazgo alegórico que ponga cuesta arriba el disfrute del metraje, sino que enseña, involucrando al público y su carne de gallina, el proceso de digestión del horror, anulando y destruyendo los recuerdos mediante un montaje que imprime unas imágenes que se explican más allá de los diálogos.

Julie busca la libertad en la huida, en la destrucción del pasado y la soledad. Pero el pasado vuelve, a empellones, te toca y golpea intermitentemente. No sirve esconderse, no sirve no pensar dirigiendo una mirada hierática al horizonte… Julie debe enfrentarse al pasado inconcluso, desconocido, que vuelve en forma azarosa (recalco que lo de las fotos mostradas por televisión me parece una mala excusa argumental) para desatar el rastreo, de muevo, del pasado; la obligación de afrontar el destino para así encontrar consuelo y liberación en unos sentimientos no amordazados, por fin, y en una vida que, pese a todo, continúa. Volver a ser tú misma (o algo parecido) pese a que ya no ocupes espacio en la memoria inexistente de tu marido, hija o madre, a través de la aceptación del drama y la generosidad. Que es lo único que queda.
Bloomsday
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