Descripción generacional a lo 'Easy Rider' –aunque invierte más en estética y menos en diálogos– de las desarmonías del medio social norteamericano. Recurre Antonioni para ello a la iconográfica típica que el extranjero percibe de los USA: coche patrulla, Route 66, 2ª enmienda...

La perspectiva del italiano, lógicamente, es externa, extranjera, desde fuera. Toma distancia y empieza con una introducción sociocultural de puro trámite en un intento documental de slogans publicitarios y sociología asamblearia. Es rescatable, más allá del tópico y la obviedad, la defensa de una “individualidad” del prota contraria al dogmatismo contracultural que confiere a la cinta un matiz más independiente que la simple y comprometida adhesión incondicional al libro rojo de turno.

Luego, afortunadamente, el metraje elude su propia lógica interna y sacrifica la narrativa en favor de una sugerencia estética de rock progresivo. La intuición del espacio o lugar –capital en el cine de Michelangelo– adquiere aquí configuración de desierto y mineralogía humana. La visión de un mundo inmaduro sin las transiciones de una cultura de historia y vejez como la europea. Lo norteamericano huele a bisoñez, es iniciático y simple: las posturas estudiantiles-hippies; la sencillez del apunte multinacional, multirracial y publicitario; el teléfono y la TV como delatores de un baby boomer que dirige los designios del American way of life; la fisicidad de clavícula enfundada en traje de sheriff…

Todo es parte de una sociedad de lo instintivo y lo natural. La menos intelectualizada de las sociedades del primer mundo es perfecta para una indagación en su esencia a través de la fuerza del plano y la performance ilusoria. Su falta de complejidad (que no de complicaciones) permite un acercamiento a flor de piel, primitivo.

Así aparece el Death Valley como punto catártico alejado del gregarismo tanto consumista como situacionista. La individualidad de esta road movie desemboca en el encuentro simbólico de dos jóvenes con el horizonte, con Pink Floyd y con más jóvenes. Esas partes en que los personajes divagan –ni siquiera deambulan– por el espacio en Buick o en avión, o las secuencias de country y desierto, constituyen el meollo de una cinta a experimentar mediante la puesta en escena, superando unos apuntes de gramática racional y convencional que, por deslavazados, serán el argumento más socorrido para atacar esta película.