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España España · Cines Astoria Alicante
Voto de Bloomsday:
8
Drama Andrei Gorchakov, un poeta ruso, recorre Italia en compañía de Eugenia con la intención de investigar la vida de un compositor del siglo XVI sobre el que está escribiendo. En su viaje se encontrarán con el apocalíptico Domenico. (FILMAFFINITY)
23 de julio de 2013
41 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
«Pues solo como fenómeno estético están enteramente justificados la existencia y el mundo». Friedrich Nietzsche.
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Igual que Nietzsche enfatizó el sentimiento de nuestra existencia o flujo natural, retrotrayéndose al macrocosmos del nacimiento de la tragedia presocrática (defendiendo la vida como arte o como estética), así Tarkovski toma un sentido similar a la hora de forjar su cine. Donde muchos buscan interpretaciones (ya ni siquiera narración) el ruso trama un sentido alegórico como “juego” del arte a través del cual llegar al fuego (o agua) poético de la condición humana. Habla en parábolas, como los poetas –así se dice en "Zaratustra"–, y las lleva hasta más allá de su propio contenido.

Toma el mundo como una enorme rueda de la fortuna y lo traduce a imágenes. Imágenes que siempre tienen algún tipo de sentido –como bien señalan otras opiniones que desbrozan las “intenciones” inteligibles–, porque es imposible hablar sin decir absolutamente nada. Pero Tars destacó siempre por sus intangibles. Un cine que no elude el carácter “abierto”, incorpóreo y confuso del hombre y su élan vital. Por eso no explica. Por eso “aburre”.

Como el filósofo alemán, la justificación última del cineasta ruso parece ser estética (la contemplación de lo trascendente). Somos escenario, nosotros y sus personajes, materia de sueño shakesperiano. Somos la parte vigía de la triste belleza que es el mundo. Más sueño que constatación. Ahí los poetas, como el realizador soviético, tienen la misión de dar cuenta de una espiritualidad ciega que se retrae, se esconde, y que es imposible nombrar y señalar completamente.

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«Cuando el cine no es documental, es sueño. Por eso Tarkovski es el más grande de todos; con gran naturalidad se mueve por la morada de los sueños. No da explicaciones. Después de todo, ¿qué podría explicar?». Ingmar Bergman (La linterna mágica).
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Como Hölderlin –y la esencia de su poesía– tenía el cometido de ser vehículo a través del cual la divinidad hablara. Como Rilke, Van Gogh, Bresson, Ozu… Tantos y tantos stalkers que a través de los siglos han poblado nuestras artes enseñándonos el camino de lo único que dejaremos: la huella sincera de un diálogo artístico que eternamente llora nuestra propia insignificancia.
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«Lo que permanece lo fundan los poetas». Friedrich Hölderlin.
Bloomsday
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