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España España · Cines Astoria Alicante
Voto de Bloomsday:
6
Ciencia ficción. Drama. Comedia En un extraño y deprimente universo futurista donde reinan las máquinas, una mosca cae dentro de un ordenador y cambia el apellido del guerrillero Harry Tuttle (Robert de Niro) por el del tranquilo padre de familia Harry Buttle, que es detenido y asesinado por el aparato represor del Estado. El tranquilo burócrata Sam Lowry (Jonathan Pryce) es el encargado de devolver un talón a la familia de la víctima, circunstancia que le permite ... [+]
23 de diciembre de 2005
136 de 161 usuarios han encontrado esta crítica útil
Orwell , Fellini (visualmente y por su incontinencia) y Kafka (mundo torpemente organizado, rutinario y opresivo, personaje principal que ve en esa normalidad un absurdo descalabro...) están muy presentes en la cinta (ya se ha dicho). El protagonista busca en sus sueños consuelo ante el mundo gris y mecanizado en el que vive, un mundo al que acabará enfrentándose.

A Gilliam se le va un poco de las manos la película y no hace hincapié en los elementos que sujetan la historia, en este caso la trama de intriga (el error informático que lleva al protagonista a conocer a la chica con la que sueña y a enfrentarse a ese sistema totalitario debía ser un “crescendo” que acaba diluyéndose) y el romance (tremendamente impersonal). Ambos aspectos parecen cansados, una mera excusa para que Gilliam reinvente "1984" desde una perspectiva surrealista, felliniana, onírica, psicodélica... Ni siquiera me molesta una cierta confusión (creo que encaja con el desquiciamiento del protagonista y con el final) provocada por un atropellamiento en determinadas escenas, supongo yo que para regodearse a gusto en su poderosa y excéntrica imaginería visual, pero echo en falta que las ideas no se coman la narración.

Hay por tanto una mala gestión de recursos, debería recurrir más a la sutileza (el exceso de pretensión y detalle acaba por ser redundante al incidir demasiado en sus intenciones paródicas y críticas) y recortar algunas de sus ideas, así habría más espacio para que cuando los protagonistas se besan no tengas la impresión de que lo están haciendo dos desconocidos. Por tanto le falta esa historia contada de una pieza, bien estructurada, que enganche. Falla en su perspectiva puramente narrativa, perspectiva a la que no renuncia, no se trata de que exija en todas las películas un guión bien trazado que sirva para cohesionar ideas sueltas, pero ya que el director recurre a una historia de amor y de intriga más o menos convencional es deseable que la cuente bien.

Pese a todo es una película fascinante que, sin apurar sus posibilidades (como le suele pasar a Gilliam), es sincera y muy entretenida, con un diseño de producción virtuoso, un humor negro y grotesco predecible pero efectivo e ideas sueltas que, aunque no estén todas bien ensambladas, tienen mucho valor por sí mismas. Creo que al final hay un empate técnico entre la alegórica inventiva y la irregular intensidad dramática.

Las interpretaciones sobre el título son muy jugosas. Gilliam dijo que para él Brasil era un hombre tumbado sobre una playa llena de vertidos industriales, con la radio y su toalla, escuchando la canción que da título al film. La canción, por tanto, es una ensoñación para escapar de la rutina y el desencanto, y ahí encaja la visión de la película de los sueños como motor para el cambio.
Pero la referencia que aquí se ha hecho al paralelismo entre dictaduras sudamericanas y el sistema al estilo del “gran hermano te vigila” de la película es francamente interesante.
Bloomsday
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