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España España · Cines Astoria Alicante
Voto de Bloomsday:
7
Drama Tres jóvenes, Jim Stark, Judy y Platón, coinciden en una comisaría. Cada uno está allí por un motivo distinto: Jim está borracho, Judy se ha escapado de su casa y Platón acababa de matar a tiros a unos cachorros. El inspector Ray descubre que los tres mantienen una relación conflictiva con sus familias. A Jim y a Judy los van a recoger sus padres, pero Platón, hijo de una pareja divorciada, tiene que conformarse con la visita de la ... [+]
1 de abril de 2009
51 de 61 usuarios han encontrado esta crítica útil
De exagerada y alambicada narrativa, la cinta apunta cuestiones diversas además de si las trastadas de estos macarras de corbata y tupé quedaron o no desfasadas con el paso de los años y las lluvias.

La cosa es que Nicholas Ray siempre fue un sentimental de agudo escepticismo. Traduzco: desconfiaba del amor pero intuía que, quizás, un instante de rabioso romanticismo justifica una vida entera.

Se lio la manta a la cabeza y rodó una cinta con mimbres de punto de inflexión, a priori, en la historia del cine. Y le adjudico semejante cartelón por el tema que trata y cómo lo trata (two points): familias en descomposición; aburrimiento y desencanto de niños con el estómago lleno y el culo limpio; rebeldía contra lo que la mayoría, entonces, no consideraban causas justificadas (hoy llevar navaja, pisarle al coche y poner mirada atravesada es mucho más cool). Tampoco la distancia generacional y el retrato de ese desarraigo pueden valorarse desde la perspectiva actual.

Y ahí va Nicolás Ray y nos dice que ante esa juventud (o infancia) que no te dejan vivir como quieres, ante la comodidad fría e impersonal de una sociedad de consumo que empezaba a girar a velocidad luz, solo cabe oponer el tacto, el amor y Natalie Wood. Casi ná.

Por lo demás la película ha envejecido, sí. Yo creo que es porque estamos ante una cinta que no baja a los fangos del espectáculo directo, cercano al espectador, sino que se mantiene en la peana de la película de ideas, quedando la trama por detrás de la metáfora y la revelación.

Tampoco ayudan los excesivos tics del Actors Studio del amigo James (permitidos, alentados y jaleados desde la banda por el maestro Ray). Y es que Dean no fue ni Monty Cliff, ni Newman, ni Brando, por mucho que cientos de miles de carpetas de primero de carrera de licenciaturas varias nos chillen lo contrario.

El caso es que la exageración que devora el metraje es la laguna fundamental de 'Rebelde Way'. Ray y su discurso aplastan una narrativa que, siendo adecuada para la intensidad alegórica, se malogra en parte a la hora de configurar algo de naturalidad. Y no parece que esta trama deba, revisada hoy, desviarse por el camino de las ideas, los conceptos y los rastreos psicoanalíticos, despreciando algo más concreto en forma de identificación directa del espectador con el tedio, romanticismo y rebeldía de los protagonistas. Es decir, con su peso específico como personajes reales.

Aun así, el film se arrima peligrosamente a la condición de "cojonudo" por el esfuerzo de Ray de introducir su discurso en una película para el gran público, por ser una peli furiosa e intensa en su clima y mensaje, y por reivindicar la decepción de la juventud. Tema hoy machacado pero entonces, como digo, no tanto. Y, si no, vean por ejemplo a Robert Mitchum haciendo papeles de veinteañero con esos hombros y esas manos de padreymadre −todojunto− de familia y saquen conclusiones ('No serás un extraño'. Stanley Kramer, 1955).

Obra maestra no sé si será, pero es que Ray nunca firmó cosas así. Ni falta que le hizo, en mi opinión.
Bloomsday
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