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España España · Cines Astoria Alicante
Voto de Bloomsday:
7
Drama Drama sobre la Iglesia de la Cienciología. Lancaster Dodd (Philip Seymour Hoffman), un intelectual brillante y de fuertes convicciones, crea una organización religiosa que empieza a hacerse popular en Estados Unidos hacia 1952. Freddie Quell (Joaquin Phoenix), un joven vagabundo, se convierte en su mano derecha. Sin embargo, cuando la secta triunfa y consigue atraer a numerosos y fervientes seguidores, a Freddie le surgirán dudas. (FILMAFFINITY) [+]
8 de septiembre de 2013
13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Paul Thomas Anderson, no sé qué porcentaje por voluntad propia y cuánto por cosas de producción y sus recortes, nos ofrece, estreno tras estreno, una expedición arqueológica por la vertiente decadente de un cierto tipo de cine norteamericano.

Bajo esa fachada de formalista planificación (que provoca frecuentes comparaciones con Stanley Kubrick) se esconde el alma libre e independiente de un director excesivo en metrajes y en pretensiones. No es ‘The Master’ un film sólido y de una pieza; no creo tampoco que se pretenda. No hay clasicismo por mucho que su minuciosa factura en el encuadre nos despiste. La película es un rastreo por los recovecos de un metraje, una búsqueda de momentos. Una narrativa que, de esa forma, pasa a segundo plano (o a un plano escondido, como ese subconsciente enterrado que es punto nuclear del film).

Me suena (como eco lejano) P. T. Anderson cada vez más a esos directores criados y alimentados en los 60’s y 70’s donde el cineasta americano se empezaba a encontrar con el europeo: el mastodontismo de Cimino (tramas y subtramas que se comen la línea maestra de un film); Coppola y sus imponderables (*); el malditismo de Cassavettes (recordatorio dromedario)… Incluso la reconstrucción setentera, con la que empezó PTA a hacerse popular, en la indisimuladamente scorsesiana ‘Boogie Nights’. Todos cines psicotrópicos, de tramas a flor de piel y psicologismo desaforado (la guerra interna y no externa de ‘Apocalypse Now’ o ‘The Deer Hunter’; el suspense como reverberación psicológica del personaje de Gene Hackman a través de un uso europeo o de “auteur” del tiempo muerto en ‘La conversación’… ).

Un cine desde la improvisación (no improvisación pura, sino un abrirse a la espontaneidad de aquello que va surgiendo y enriquece el film) que permite cazar instantes que añadir como retales al metraje. Justo al contrario que Hitchcock, Ford y tantos otros cineastas clásicos con la película completamente en la cabeza antes de rodar (Walter Murch insiste en esa diferencia entre Sir Alfred y Coppola en el libro ‘El arte del montaje’).

‘The Master’ parece una cinta abocada a la digresión y la casualidad (la misma senda del hallazgo y la gema de ‘Pozos de ambición’). Una lógica donde lo suplementario adquiere carácter central. Sus historias, cada vez más fragmentadas y dilatadas en aspectos de redacción, se decantan por el fogonazo. Escenas donde el intérprete construye el personaje mediante el exceso y la repetición. Es evidente el histrionismo a la hora de elegir a esos actores (Daniel Day-Lewis, Joaquin Phoenix). Diálogos abiertos, machacones, mero soporte que sirve más para el apunte que la definición. Porque la definición no importa, lo que importa es el tuétano y las vísceras de la trama, no su lógica.

Anderson parece fiel seguidor de esa secta donde el cine se festejaba a sí mismo como un "tour de force" o una colección de grandilocuencias (Marlon Brando rapado y gordo, en la penumbra, entusiasmado improvisador de un Conrad recién leído). No es extraño pues el ritmo lento, la cadencia espaciada y la búsqueda de un plano con tiempo para la sobreactuación y la profundidad de campo de una sola toma. Un plano por el que J. Phoenix pueda moverse, saltar y encoger los hombros. No es extraño el plano-contraplano donde estos dos gigantes de la interpretación (Phoenix - Seymour Hoffman) dan rienda suelta a su mejor colección de vicios y tics, ni un montaje que acuda a contrapié a ordenar lo que el director y los actores han desordenado previamente. No es nada extraño esto:

https://www.youtube.com/watch?v=NosTwJQoH_I

El detalle, sabemos, a veces surge solo. Simplemente hay que darle espacio, dejar a los actores respirar, ofreciendo una trama que no moleste, que simplemente sirva de soporte.

Cualquiera –decía, creo y sin afán de literalidad alguno, Groucho Marx– puede decir algo gracioso si habla el tiempo suficiente.

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(*) https://elpais.com/diario/2002/06/22/babelia/1024702757_850215.html
Bloomsday
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