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Voto de camargo rain:
10
Drama. Romance Historia de una joven perteneciente a una familia inglesa que vive en la India en la época de la posguerra. Allí conoce por primera vez el amor, la pérdida y todas las emociones propias de la adolescencia. (FILMAFFINITY)
28 de noviembre de 2009
19 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se trata de una película nada común, con detalles de documental (documental del espíritu, podríamos decir, aunque el escenario sea la India) perfectamente ensamblados en la trama. Cuando la vemos nos sorprende, pues no es habitual encontrar obras de esta enjundia y que en cuatro palabras (la película es muy sencilla) nos retraten buena parte de las emociones humanas.

Jean Renoir, que es uno de los más completos directores que ha dado el planeta Tierra, va mucho más allá de lo que podemos imaginar. ¿Qué se puede hacer con un río (el Ganges) como único hilo conductor de una historia de amor de adolescentes...? Y del más puro amor, además, que nada tiene que ver con la codicia, el sexo y todos esos añadidos que el alma suele agregar tardíamente a tan elemental sentimiento.

La protagonista, una chica inglesa de catorce años (el tipo es perfecto, al menos para mi gusto: pelirroja rizosa llena de pecas y de inquisitiva mirada en sus ojos azules), nos va llevando de la mano –con su voz en off– de secuencia en secuencia, recurso narrativo que se me antoja muy adecuado al tono general de la historia. Sus amigas, una niña india y otra norteamericana –y por lo tanto pertenecientes a diferentes civilizaciones y maneras de ver la vida–, le dan la réplica en esta fábula que, de forma virgiliana, narra el continuo e inevitable transcurrir de la existencia (del tiempo) apoyándose en el fluir de las aguas de un río.

La puesta en escena es perfecta, pero me llamó sobre todo la atención la secuencia en la que las niñas, de una en una, persiguen por el bosque y ocultándose tras los árboles al objeto de su amor (que el "objeto de su amor" sea un lisiado de guerra es lo de menos y no cambia nada). Ninguna de ellas ve a las otras, y todas creen estar solas y percibir en soledad lo que es el mismo e idéntico sentimiento, y es únicamente el espectador quien contempla el cuadro en su totalidad. ¡Qué recursos narrativos los de Renoir y qué cosas se le ocurrían!

Anécdota curiosa: no sé si será verdad, pero en alguna parte he leído que a Renoir y a su operador (Claude Renoir, sobrino del director y, por tanto, nieto del pintor) no les gustaba el color de los prados de la India, y ni cortos ni perezosos arrojaron sobre ellos gran cantidad de pintura verde hasta conseguir dejarlos a su gusto.

En resumidas cuentas: una obra maestra que habla de la vida y del amor de la más sencilla y sorprendente de las maneras, que seguramente chocará (y en algunos casos desagradará) a quienes estén acostumbrados a la gramática parda propia del cine de estos tiempos, los primeros años del siglo XXI.
camargo rain
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