En 1991 Terry Gilliam dirigía su primera película alejado de Monty Python, y lo hacía con una historia que mezclaba el amor, la fantasía, el drama e incluso la aventura. En mi opinión, una de las películas más infravaloradas de los años 90.
La historia es la siguiente: Jack Lucas (Jeff Bridges) es un exitoso locutor de radio que lo tiene todo, y su programa es uno de los más famosos debido en parte a sus comentarios mordaces y a veces de mal gusto que propina a aquellos que llaman, pero un día debido a uno de esos comentarios, provoca indirectamente una tragedia en un bar que hace que entre en un estado depresivo y deje atrás esa vida de lujos. Un día, a punto de suicidarse, es rescatado por Parry (Robin Williams) un vagabundo obsesionado con buscar el Santo Grial. al que Jack decide ayudar tras descubrir que está así de desequilibrado porque su esposa fue una de las asesinadas en aquella tragedia.
Es una historia bastante atractiva, muestra una Nueva York alejada de esa que nos muestran los yuppies, la gente pudiente, vemos la Nueva York de los vagabundos, esas personas ignoradas por la sociedad, la masa prescindible.
Robin Williams ofreció una de sus mejores interpretaciones (algunos decían que sobreactúaba, pero es que el personaje lo pedía), Jeff Bridges no se hace pequeño ante él y cumple con su papel, Amanda Plummer como la chica de la que Parry se enamora está dulce, tierna y adorable, pero es de necesidad recalcar el excelente trabajo de Mercedes Ruehl, en la actualidad una actriz olvidada pero que en esta película hace un trabajo soberbio como la novia de Jack, una mujer que lo quiere pero que tiene que aguantar su depresión, y sus contadas muestras de cariño, suyas son las mejores frases y momentos en la película, por algo se llevó un Oscar, como decía ahora nadie la recuerda, pero puede decir que tiene uno de los Oscar a Mejor Secundaria más merecidos de la historia.
Si os gustan las historias románticas con un toque de fantasía, no se la pierdan.