Duele ver a una orca gigantesca flotando sin moverse en una piscina simplemente allí, como si de un pez de colores se tratara. Pero no es ningún pez de colores, es uno de los animales con el cerebro más complejo del planeta, capaces de comunicarse entre ellos con una serie de "dialectos", con unas vidas profundamente ligadas a su manada y que se dividen en poblaciones costeras residentes, costeras transeúntes y marítimas. Además de otros 4 tipos en la Antártida.
Pero ante todo son el depredador más grande del mar (9m y hasta 5 toneladas), capaces de nadar cientos de kilómetros y matar ballenas, tiburones, cachalotes, elefantes marinos, focas, delfines, atunes... todo lo que nada en el mar es su presa potencial.
A lo largo de este corto (y muy bien montado) documental se nos muestran los testimonios de los entrenadores que mejor que nadie conocían la capacidad de las orcas de matar y su peligrosidad. También vemos el proceso por el que se separaba a las madres de sus crías en libertad y las peregrinas explicaciones que se dan para justificar los problemas de las orcas en cautividad "Solo viven 35 años", "El 25% tienen la aleta doblada" ... solo mentiras.
Y aquí es dónde uno no puede dejar de preguntarse en qué demonios pensaba esa gente del sea world:
¿Quién demonios puede pretender tener un animal así encerrado y decir que no supone ningún peligro para los trabajadores y que éstos pueden meterse en la piscina sin problema con ellas? ¿Cómo alguien puede tener la cara de decir que todos esos ataques y muertes que se nos muestran a lo largo del documental son solo "accidentes puntuales"? ¿Cómo es que se permite seguir actuando a una ballena que ha matado a 2 (o a 3) personas? ... Todo por la avaricia de unos empresarios a los que no les importa nada la vida de sus trabajadores y mucho menos el bienestar de las orcas.
Recomendable de ver, yo personalmente no iré a ver ningún espectáculo de orcas, aunque también me ha hecho querer verlas en libertad.