Qué decir ante un clásico como este, no solo del genero de la animación sino todo un clásico de la historia del cine. Porque para apreciar esta película no basta con entretenerse con su familiar y genuino contenido sino entender a que época pertenece y comprender el avance que resulto ser para aquel entonces. Encontrar unas animaciones y decorados detalladísimos, aun hoy en día, por el 1937 no era difícil sino prácticamente imposible. Con un colorido sin igual, con una estupenda banda sonora y con una historia sencilla pero cautivadora, amena e inmortal.

Porque todos los/as amantes de Pixar o de los recientes largometrajes (llamados algunos clásicos sin serlo) de la factoría Disney deben reconocer que, hoy existe La Bella y La Bestia, El Rey León, Toy Story, Wall-E o Up entre muchos otros gracias a que un hombre invirtió todo su fortuna y lo más importante, su ilusión y esfuerzo en crear el verdadero clásico, el que demostró al publico que pequeños y mayores pueden disfrutar una hora y media de dibujos animados; y que a veces esos dibujitos llegan más al corazón que la mayoría de la películas de acción real.

El Clásico de Clásicos Disney envejece de maravilla y podrá seguir cautivando a las próximas generaciones sin ningún problema. Todo porque contiene la esencia, el espíritu Disney en su máxima expresión.