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España España · Oviedo
Voto de Esteban:
1
Drama Año 30 de nuestra era. En la provincia romana de Judea, un misterioso carpintero llamado Jesús de Nazareth comienza a anunciar la llegada del "reino de Dios" y se rodea de un grupo de humildes pescadores: los Apóstoles. Durante siglos, el pueblo judío había esperado la llegada del Mesías - personaje providencial que liberaría su sagrada patria e instauraría un nuevo orden basado en la justicia-. Las enseñanzas de Jesús atraen a una gran ... [+]
9 de mayo de 2006
37 de 67 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando Mel Gibson anunció que iba a rodar su particular versión de la muerte de Jesucristo muchos se preguntaron que novedades ofrecería para atraer la atención de un público que ya conocía demasiado bien el famoso cuento del nazareno apaleado. Era imprescindible otorgarle un nuevo enfoque a la historia para que el espectador volviese a sentirse atraído por el mismo rollo que le encasquetan cada Semana Santa.
Además de centrar toda su atención en lo que podríamos denominar como el clímax de la historia, alargando hasta la extenuación lo que en otras versiones no ocupaba más de 15 minutos de metraje, el director decidió envolver la película en una de las polémicas más malintencionadas y manipuladoras de los últimos tiempos (No hay nada más insultante que ver a un Mel Gibson ofendido por las acusaciones de antisemitismo que recibió su película, cuando solo un imbécil no se daría cuenta del mensaje, manipulador y demagógico, que planea sobre todo el film, y del que el director era más que consciente desde un principio).
El coger una figura como la de Jesucristo y hacer de su prolongada agonía un espectáculo pretendidamente grandilocuente y desgarrador no era más que un truco comercial como otro cualquiera para que el público se dejase el dinero en la taquilla. Deleznable, que duda cabe, pero se pueden ver cosas mucho peores a diario y nadie se tira de los pelos por ello.
La película, con su exaltación del sufrimiento físico y espiritual como vehículo de redención para el ser humano, resultó ser un excelente medio de propaganda de los pilares básicos que sostienen el cristianismo más conservador y salvaje. Supongo que esa es la razón de que muchos fervorosos creyentes saliesen del cine completamente conmovidos (algunos incluso con los pies por delante), al ver en la pantalla proyectadas a golpe de látigo de siete colas toda una sucesión de calamidades que vienen a reforzar aquello que a muchos les han enseñado desde pequeños: el sufrimiento, el sacrificio y la muerte como único camino que conduce a la salvación. Todo eso del amor al prójimo brilla por su ausencia en este film y si algún espectador se empeña en verlo será solo tras hacer un laborioso proceso de abstracción mental.
Mel Gibson se propuso realizar, desde su repugnante fanatismo religioso, un panfleto sádico que enalteciese los valores más rancios e inhumanos de su fe, una negación de la vida mediante la glorificación de la muerte, una remodelación demagógica y radicalmente subjetiva de una serie de acontecimientos que pretenden ser mostrados con absoluta imparcialidad y realismo (fracasando en ello, por supuesto), una propaganda, en suma, de todo aquello que Gibson considera motivo de elogio y admiración, y una crítica feroz y despiadada a lo que él, desde su conservadurismo estomagante, entiende como alejado o contrario a su concepción de la vida y el mundo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Esteban
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